La izquierda le acusa de estar entregado a los mercados, por los recortes sociales, las privatizaciones, y las bajadas de impuestos a las pymes que integran el último paquete de medidas del presidente Zapatero para reactivar la economía e intentar ponerle coto al paro cuanto antes. ¿Podría hacer otra cosa cualquier presidente de Gobierno mínimamente responsable en una situación como la española? Todo indica que no. Los pronunciamientos de los economistas y los expertos partidarios e independientes tienen un punto en común, todos admiten que si España no pasa de las palabras a los hechos no recuperará ni un ápice de la credibilidad internacional perdida en esta crisis, que junto a los ataques evidentes de los especuladores forman el negro cuadro de nuestra economía. Bajar el Impuesto de Sociedades o facilitar el papeleo a las pymes significa echarle una mano al sector empresarial que crea el 80% del empleo en nuestro país, sector este de la pequeña y mediana empresa absolutamente asfixiado entre la crisis y los impuestos. O por hablar con mayor propiedad, entre la crisis, los impuestos y la morosidad pública y privada, que va en aumento en ambos casos, en lo que se refiere a los ciudadanos particulares porque la duración de la crisis está acabando también con los ahorros y miles de familias se ven ya obligadas a elegir literalmente entre pagar sus facturas o la cesta de la compra, y en lo que afecta a las administraciones públicas, porque la resistencia del Gobierno, seguramente justificada pero demoledora, a aprobar por ejemplo una línea de crédito del ICO para que los ayuntamientos puedan pagarle a sus proveedores, como ha pedido reiteradamente Mariano Rajoy , está arruinando el pequeño y mediano tejido empresarial.

Es verdad que hay claroscuros sobre la posibilidad de llegar a grandes acuerdos de Estado entre el Gobierno y la oposición para combatir juntos la crisis a un año y medio de las elecciones, pero la necesidad de actuar es imperiosa, y a quien le corresponde hacerlo es al Gobierno, que como muy bien dice el propio líder de la oposición tiene mayoría suficiente en el Parlamento para sacar adelante las propuestas que considere necesarias con el plus de que el mismo Rajoy no ha descartado respaldarlas en el caso de que las considere razonables y buenas para la economía española.

Las reformas estructurales a las que también alude Rajoy, son imprescindibles para remediar el déficit de competitividad como país, que es el gran reto español. Pero esas reformas solo darán resultado a medio y largo plazo y ya hoy hay cuatro millones y medio de parados que seguirán creciendo si seguimos esperando a que las locomotoras europeas despeguen y tiren de nuestro vagón.