TCtasi todas las religiones han tenido oráculos para proteger y predecir el futuro; ahora en Cuba muchos ciudadanos y extranjeros siguen consultando a los santos sobre las vicisitudes que les aguardan y el instrumento de predicción son los caracoles: se tiran encadenados o no, y en la forma en que se depositan en la alfombra se lee el futuro y se analiza el pasado según los códigos Yorubas.

En La Moncloa los métodos son aparentemente más sofisticados: todo un sistema de encuestas demoscópicas escrutan las entrañas de la sociedad, como si fueran las vísceras de un buey, para adivinar las preferencias y los rechazos de los ciudadanos. Con esos parámetros, el sumo sacerdote de esta democracia cada vez más imperfecta y caudillista, decide por todos los militantes sin siquiera la formalidad de la consulta. El y sus oráculos saben que es lo mejor para España , que incluso es una frase acuñada para aliviarse de cualquier explicación. Zapatero sigue siendo el rey. Los partidos, entonces, son como los hooligans del fútbol: se limitan a jalear las alineaciones que decide el mister sin posibilidad alguna de tener protagonismo.

Durante la era del zapaterismo se ha consagrado la desintegración del partido. En primer lugar por el abuso de independientes que han entrado y salido sin dejar huella, pero demostrando todos ellos que estaban ungidos sólo para el ejercicio del poder y nunca para sacrificada labor de oposición: los dirigentes y militantes del PSOE han observado que pasaban por encima de ellos personas elegidas por el sumo sacerdote cuyas predicciones fueran tan catastróficas como las que pronosticaban la victoria de Miguel Sebastián en la alcaldía de Madrid. Ahora toca sacrificar a Tomás Gómez .

Cuando un hombre o una mujer santa en Cuba, deja de atinar con sus pronósticos y con sus consejos pierde la influencia sobre sus feligreses y termina sin seguidores: la gran diferencia es que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, después de todos sus fracasos, cambios y equivocaciones, pretende seguir teniendo las claves del futuro de manera personal, consultando sus propios caracoles. Y la parroquia de los socialistas de Madrid, asisten atónitos al ejercicio del poder personal en la unción de los designados que desplazan a los elegidos en los congresos, con la pretensión, además, de que quien genera el problema es quien tiene la legitimidad y quien aporta la solución quien se salta los estatutos. ¿De verdad extraña que exista desafección hacia la política?