En la viva sesión parlamentaria de ayer, dedicada a valorar los resultados de la Presidencia semestral española de la Unión Europea, se produjeron interesantes cruces dialécticos a derecha e izquierda del Gobierno, pero ninguno tan intenso como el de los primeros actores del drama, el titular y el aspirante, Zapatero y Rajoy . Singularmente intenso en esta ocasión porque, a diferencia de otras más recientes, el presidente del Gobierno no se puso a la defensiva sino todo lo contrario.

Se quejó Rajoy de esa actitud de Zapatero y éste echó mano de la lógica: "Le ataco porque me ataca". Es decir, actitud reactiva, según él, frente a las continuas descalificaciones que le dedica el líder del principal partido de la oposición. A saber: falta de credibilidad, gobernar bajo protectorado, improvisar, mentir, contradecirse, dejarse llevar por los vaivenes, etcétera. Nada nuevo. Un discurso recostado en la descripción de las desgracias que nos aquejan por culpa de un gobernante averiado. En esa plantilla previa encajó Rajoy sus intervenciones destinadas a analizar el ejercicio de la presidencia rotatoria de la UE, que termina formalmente el 30 de junio.

Ese discurso reprobatorio de Zapatero se comió las valoraciones del PP sobre los distintos frentes de actuación en los que se ha movido la Presidencia española. Sobre todo el económico, con decisiones tan sonadas como los planes de reducción del déficit público, la creación del fondo financiero de rescate de socios en apuros (750.000 millones) o las medidas orientadas a mejorar la regulación de los mercados. También políticas: el asentamiento de las nuevas figuras institucionales encarnadas en Rompuy y Alsthom, las frustradas cumbres euro-norteamericana y euro-mediterránea, o la posición común sobre Cuba.

Daba igual el tema. Lo que siempre acababa de abrirse paso en el discurso de Rajoy era su persistencia (la vuvuzela de Rajoy, que hubiera dicho el ministro José Blanco ) en denunciar la falta de credibilidad de Rodríguez Zapatero por sus continuos cambios de rumbo. "Con usted vamos por ningún camino a ninguna parte", le acababa de decir cuando, ya en el trámite de preguntas, que sin solución de continuidad se abrió al terminar el debate sobre la Presidencia española de la UE, el presidente del Gobierno puso en pie a los suyos diciendo lo que los suyos dicen a todas horas con esa claridad...

"Usted no se contradice porque no afirma nada y solo quien afirma o propone algo se puede someter el principio de contradicción", le soltó el presidente del Gobierno antes de traducir semejante incursión en los tratados de la Lógica. Ahora ya en el lenguaje común: "Hay que mojarse, señor Rajoy, para llegar a algo en política, pero usted no lo conseguirá porque la gente ya le tiene calado". Es la primera vez en los últimos meses que Zapatero no se le vio abatido y a la defensiva.