TNto confundir con la comparecencia solicitada por la oposición para que el presidente del Gobierno se explicase sobre las turbulentas negociaciones de la financiación autonómica, cuyo desenlace fue, como se sabe, el reciente paso del vicepresidente Solbes por el Congreso de los Diputados que, entre otras cosas, sirvió para bajarle los humos a nacionalistas y socialistas catalanes. La anunciada comparecencia parlamentaria de Zapatero sólo tendrá por objeto tratar de la crisis económica y el seguimiento de las medidas del Gobierno para hacerle frente.

Lo anunció este lunes en la tele. Dará la cara lo antes posible (la fecha debe decidirla la Mesa del Congreso) para combatir la idea más o menos extendida de que el Gobierno escurre el bulto frente al otoño caliente que se avecina desde el punto de vista económico. No solo económico. También social. Sobre todo social, cuando las malas noticias abonadas al "de mal en peor", que dice el PP, se centran en los cantados aumentos del paro para los tres últimos meses del año.

Además de afectar al consumo, que es un indicador básicamente económico, el paro es un precursor del malestar social. Es decir, el ruido de cacerolas. Nos estamos acercando peligrosamente a ese umbral. El presidente Zapatero lo sabe. Sabe que este mes de septiembre, al contrario de lo que venía siendo habitual, no será un recuperador de puestos de trabajo perdidos en vísperas de las vacaciones de verano por conveniencias empresariales en materia de contratación.

Esta vez se rompe la tendencia. Y eso supone que se quedarán en la estacada la mayoría de los trabajadores despedidos a finales de julio que luego volvían a ser contratados en septiembre. Habiendo insistido tanto en que España doblará el cabo de las tormentas sin necesidad de disminuir los gastos sociales, Zapatero acudirá al Congreso para anunciar las cantidades del dinero público que se reservarán solamente a cubrir este capítulo del desempleo rampante que se avecina para el último trimestre del año. Unos 1.500 millones de euros, según una filtración de la que se hacía eco un periódico nacional este mismo lunes. No se sabe cómo se cuadrarán las cuentas entre el hecho de una sensible caída en la recaudación y la decisión política de que no se resienta el gasto social. Un asunto apasionante, que redobla el interés por la próxima comparecencia parlamentaria de Zapatero para hablar de la crisis. De momento, ya es positivo que dé la cara y no se esconda tras su vicepresidente.