WLw a tan esperada comparecencia en el Congreso de los Diputados del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a propósito de la crisis económica quedó descafeinada de salida cuando anunció que nadie esperara un nuevo paquete de propuestas. En efecto, como dijo el jefe del Ejecutivo, tiene poco sentido "improvisar cada día y aprobar nuevas medidas". Ahora bien, lo que sí se esperaba ayer era, al menos, un diagnóstico algo más detallado de hasta dónde llegará la riada en España. Es lo mínimo que puede hacer el Gobierno para recuperar el tiempo perdido y dar confianza al ejercer el liderazgo político en la lucha contra el dragón de varias cabezas --inflación, paro, déficit, falta de crédito-- que nos acosa. Y eso solo lo hizo a medias, por más que se aferrara al próximo descenso de la inflación, si el precio del crudo lo permite, y volviera a repasar los datos según los cuales a alemanes y franceses no les va mejor que a nosotros.

La contundente réplica del líder del PP, Mariano Rajoy, quien acusó al presidente de ser "parte del problema", fue la demostración de que los populares no van a dar tregua a Zapatero en el terreno de la economía. Lo van a hacer con recetas de tono liberal --rebajas de impuestos a las pymes-- y con acusaciones efectistas de despilfarro en el gasto público. La crítica retrospectiva de que los socialistas ocultaron por razones electorales el alcance de la crisis parece ya un argumento amortizado, por más que el PP lo use como devolución de pelota en relación con el engaño del 11-M.

De los grupos minoritarios de la Cámara cabe resaltar la apelación de CiU a que el Gobierno no haga pagar los platos rotos de la crisis a las comunidades autónomas negándose a pactar un sistema de financiación más justo que el actual. Ni los nacionalistas catalanes y vascos, ni el resto de los grupos dieron ayer balón de oxígeno alguno a un Rodríguez Zapatero que pasó por uno de los trances más difíciles en el Parlamento desde que llegó a la Moncloa.

El presidente mostró su lado más socialdemócrata al invocar el diálogo social y reiterar sus promesas de subidas de pensiones a los más necesitados. Pero su anuncio más espectacular, y casi único, fue la apertura de una línea de crédito al sector inmobiliario para que invierta en viviendas de alquiler. Las reacciones no se hicieron esperar. Desde Extremadura, la Federación de Empresarios de la Construcción de Cáceres valoró el esfuerzo de Zapatero pero calificó de "ridiculez" el hecho de destinar solo 3.000 millones de euros.

Finalmente, el verdadero problema para Zapatero no fue tanto la dureza de la oposición como la tozudez de los datos, ya que a la misma hora en la que se celebraba la sesión parlamentaria la Comisión Europea echaba otro jarro de agua fría al pronosticar la entrada en recesión de la economía española este mismo año. Zapatero asegura que Bruselas no siempre acierta en sus predicciones. Tiempo al tiempo.