TQtuienes denunciaban inactividad del Gobierno e inexistencia de la oposición se han encontrado con el primer conflicto serio de la crisis que el presidente llama todavía desaceleración. La huelga del transporte es solo la punta de iceberg de la tragedia energética, donde se hará carne la primera instancia de esta crisis. Ni siquiera el alto valor de cambio del euro permite blindar a la Unión Europea frente a la escalada del precio del petróleo cuya cima todavía no se adivina.

Agazapados detrás de los camioneros están los agricultores, los ganaderos, los taxistas y los hombres de la mar. Prender cualquier motor se ha convertido en una sangría. Si el Gobierno cede con los transportistas, solo habrá abierto la llave de las reclamaciones de todos los que tienen un vehículo de motor en España. Detrás están los que deben una hipoteca y no pueden pagarla; los constructores y los inmobiliarios fueron los predecesores en esta escalada de peticiones.

La anterior legislatura transitó con el viento de popa en la economía. Eran los tiempos de las filigranas para las grandes faenas: estructuración territorial, pacificación de Euskadi y eclosión de derechos civiles y de asuntos sociales. Las reservas del superávit presupuestario permitían políticas populistas. Ahora las cosas se presentan de otra manera. De nada sirve que el presidente, optimista por naturaleza, le pida prudencia a Jean Claude Trichet , presidente del Banco Central Europeo, porque la economía ya no se puede sustentar en el estado de ánimo de nadie, sino en los vectores de una crisis de origen financiero empujada por el aumento imparable del gasto en energía.

Acusar a los demás de antipatriotas y pedir confianza en que las cosas cambiarán es un discurso gastado y contradictorio con la presencia de los camiones en las carreteras. Zapatero estrena legislatura frente a problemas tan reales como el coste de llenar un depósito, la factura de la luz y una inflación que ni siquiera recoge el soponcio de los ciudadanos ante la caja de los supermercados. No es un otoño caliente lo que nos espera: la temperatura ya está subiendo en primavera.