Leer los rotativos en estos días es todo un garrote, no por la prensa, sino por lo que tintan en negro sobre blanco. La crisis económica está más presente que nunca. La fuerza de los hechos, y principalmente en los bolsillos, ha hecho que algunos miembros del Gobierno --con dificultad-- hayan aprendido a decir crisis, y hasta entender el momento delicado en el que vivimos.En el Partido Socialista algunos tienen dificultad de comprensión, como José Blanco, vicesecretario general, que sin descaro ha llegado a decir en una radio que los españoles "viven mejor que nunca".Sin embargo, el ministro de Trabajo, Celestino Corpacho, acaba de anunciar que el paro llega a dos millones y medio de ciudadanos, y eso permite pocos engaños bucales.Pero, ¿qué ha querido decir Blanco al señalar que vivimos mejor que nunca? No es lo mismo comparar la situación actual con la de la posguerra, con la de la transición o con la de finales de los 90. El problema no son tiempos pasados, el quid de la cuestión son las expectativas de los ciudadanos.Las cosas han cambiado en los últimos 70 años. En la posguerra la preocupación era el hambre, mientras ahora es si se podrá realizar el viaje esperado, o cambiar de turismo, o pagar la hipoteca. En resumen, las expectativas son muy altas, como indican algunos sociólogos.Para el profesor de IESE Manuel Baucells "se trata de una frase que psicológicamente no funciona porque la gente ve sólo si está mejor o peor que el año pasado y en este caso puede que esté peor". Tal vez, veamos a continuación.AHORA LA culpa es de la construcción cuando hasta hace poco era la solución. Ahora se fija la proa en la industria y en una economía más sostenible. Los agricultores ya han vivido lo que ahora ocurre con la construcción, y hace tiempo que muchos colgaron los aperos. ¿Pueden los ciudadanos confiar en un gobierno cuando no es capaz de prever cambios negativos que algunos ya anunciamos?El mes de julio se nos fue de las manos con la subida de paro más alta de toda Europa, mientras algunos lo justifican todo en el horizonte internacional. Vienen a decir que la maldición divina nos azota sin piedad, y a todos por igual en este mundo globalizado. Sin embargo, en 20 de los 27 Estados de la Unión Europea el paro descendió en los últimos 12 meses. Para Solbes la culpa radica en el sector educativo, que en verano cuenta con menos contratos. Para otros el precio del petróleo era el causante, pero vemos que cae el barril y no el precio en las gasolineras al mismo ritmo. ¿Alguien da más?Extremadura es la tercera comunidad autónoma con mayor tasa de paro juvenil (26,02%), de ahí lo acertado del Gobierno autónomo en pedir imaginación y creatividad, porque hace mucha falta.Pero, ¿qué opinan las españoles?, ¿siguen la tesis de José Blanco o están preocupados? Lo están, y mucho. No es una opinión, es un dato. Según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, la economía es la mayor preocupación para el 59,9% y el desempleo para el 56,1% de los españoles. Hay crisis, sí.Preguntado su opinión sobre la situación económica actual, el 58,6% cree que es "mala" o "muy mala", casi tres puntos más que en el mes de junio, mientras que el 34,2% afirma que es "regular". Sólo el 6,7% cree que es "buena o muy buena". Pues sí, hay crisis para los españoles.En el evangelio según San Marcos se relata cómo Jesús invitó a sus discípulos a que dejaran la multitud y se fueran con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. Hubo una intensa tormenta, y por el azote de las olas la barca comenzaba a inundarse. Jesús dormía en la popa, y los discípulos le despertaron: "—¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos? Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: —¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. —¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía no tienen fe? Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: —¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?".Zapatero no es creyente, aunque sí muchos de sus discípulos. De seguir soñando el presidente, sólo le quedará Pepiño, para ser él el que mande silencio, mientras la barca se hunde lentamente, entre negaciones de la realidad, y encomiendas al futuro. ¡Silencio! ¡Cálmate!: ¡Que se lo digan a losparados!