XDxespués de que el pacto antiterrorista haya quedado, tras el debate del miércoles y jueves en el Congreso, para unos en el congelador, para otros en el cementerio, el acto siguiente al que hemos tenido oportunidad de asistir es doble: de un lado, el intercambio de reproches y de acusaciones de ser responsables de esa lamentable ruptura. Nadie quiere reconocer su culpa en la ruptura de ese pacto tan laboriosamente conseguido en su día entre los dos grandes partidos, y cuya validez han venido elogiando sistemática y periódicamente los dirigentes de los dos grandes partidos del parlamento.

Pero parece evidente que el pacto estorba: a ambas partes, por cuanto, en teoría, imposibilita a hacer uso de la política antiterrorista en las refriegas políticas, y al PSOE por la posibilidad de que quiera evitarlo en su sugerido propósito de intentar alguna clase de conversación con los grupos ilegalizados ETA y Batasuna. Lo cierto es que la inexistencia o no vigencia, siquiera momentáneamente del pacto, no se queda ahí: no se oculta el temor, en el PSOE, de que la ruptura de relaciones con Rajoy pueda tener efectos indeseables en las reformas constitucionales y de los estatutos que requieren una mayoría de dos tercios de los parlamentarios. Claro que hay tiempo por delante, se confía, en arreglar las cosas. Zapatero ha dejado tendida su mano, y abierta su disposición a olvidar las inolvidables, por gravísimas, acusaciones contra la política de su Gobierno, de traicionar a las víctimas del terrorismo etarra.

Por lo demás, cabe preguntarse a quién beneficia la ruptura diplomática de Rajoy y Zapatero. De momento, alguna encuesta divulgada asegura que Zapatero ganó por mucho puntos el debate: Zapatero 46, Rajoy 29, no saben-no contestan 25. Sin embargo, no todo es así de sencillo: entre sus huestes del PP, sobre todo en el área más dura del partido de Aznar , había muchas felicitaciones al Rajoy más duro, al recuperado killer que, por ejemplo, ya había mostrado aspectos de increíble dureza cuando, recuérdese, pretendió sacar de la política al entonces político en la oposición y hoy ministro Jesús Caldera , en un debate parlamentario de extraordinaria violencia dialéctica.

Ese Rajoy implacable y durísimo ha vuelto, y ha complacido a una zona de los suyos. Es probable que de algún modo o en algún grado su liderazgo, muy a menudo discutido y criticado, se vea beneficiado.

¿Beneficia a Rajoy esa actitud de cara a las elecciones de Galicia? Eso es más dudoso. Las encuestas siguen contemplando la hipótesis de que el Gobierno del anciano Manuel Fraga se vea sucedido por la coalición de socialistas y Bloque Nacionalista Gallego. Y en ese sentido se interpretó también la intervención del portavoz del BNG en el debate del Estado de la Nación.

Por lo demás, el parlamento mismo, en su versión Congreso, quedaba bastante malparado en este debate del año : el hemiciclo era un desierto en la segunda jornada. Sus señorías se tomaron el día libre. Rajoy fue uno de los grandes ausentes durante todo el día, cuando intervenían todos sus opositores del PNV, IU, CC, Grupo Mixto..., pero también otros doscientos y pico diputados prefirieron adelantar el fin de semana sin esperar al viernes.

Ese Mariano Rajoy implacable y durísimo ha vuelto, y ha complacido a una zona de los suyos. Es probable que de algún modo o en algún grado su liderazgo, muy a menudo discutido y criticado, se vea beneficiado por ello