Nuestro ínclito presidente acaba de sorprender al personal --bien es verdad que a estas alturas de la película solamente hasta un cierto punto-- adoptando una decisión polémica donde las haya. Aparcando su otrora rol pacifista y viéndose ahorita casi al término de su mandato, ha tenido a bien echar una manita a su todopoderoso homónimo yanki, aceptándole su ¿ingenua?, propuesta de colaborar con él mediante la cesión de nuestra base de Rota, como una parte de su sistema antimisiles eso sí, recalca para la hipotética defensa de Occidente.

A más de uno le parece así a bote pronto un capítulo de aquella famoso film de la guerra de las galaxias, pero no deja de ser más que la pura y dura realidad. Y es que al ciudadano acostumbrado a tanto giro brusco en la política nacional a lo largo sobre todo de estos últimos años un cambio más en la dirección de la nave del país, como que no le causa apenas alarma, !ay!, hasta el punto de dejarle pelín indiferente.

Miguel Sánchez Trasobares **

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