Periodista

Puede que el fenómeno responda a un capricho del azar: una epidemia de separaciones y rupturas sentimentales envenena las esquinas. La plaga afecta tanto a jóvenes parejas sin papeles como a matrimonios cimentados en años de convivencia. ¿Qué está pasando? Una de dos: o nos empeñamos en perpetuar una institución ya caduca --la pareja-- o, por el contrario, las modas están contaminando las relaciones humanas. El zapeo, los contratos basura, el usar y tirar, el consumo compulsivo, las academias de niños cantores y la comida rápida contagian los afectos, y así las vidas se diluyen en amistades y amores take away, que, como la cocaína, nunca sacian. Todo lo que merece la pena requiere esfuerzo, y cuesta arriba viene enero.