Existen once albergues turísticos y para peregrinos en Extremadura, tres de ellos pendientes de apertura, pero ninguno lo gestiona una empresa social. Esta es la principal singularidad del albergue de la Vía de la Plata que ya ha abierto sus puertas en San Gil, entidad local menor dependiente de Plasencia.

Porque fue Plaser, el centro especial de empleo de la asociación por la plena inclusión Placeat, quien resultó adjudicatario de la gestión, de forma que serán sus usuarios, tutelados por monitores, quienes ejercerán de «hospitaleros», en palabras de Paco Valverde, presidente de Placeat.

Otro aspecto singular de este nuevo albergue es que ha permitido rehabilitar dos antiguos secaderos de tabaco, un proyecto que el director general de Turismo de la Junta, Francisco Martín, animó ayer a presentar a un concurso de arquitectura, por su carácter innovador.

Porque aúna «tradición y modernidad». Así, en uno de los antiguos secaderos, se han habilitado los servicios comunes: recepción, aseos, cocina, etcétera, a modo de vagón metálico incrustado en el edificio. El otro se ha destinado exclusivamente a dormitorios, cinco con seis plazas cada uno y otro adaptado, con tres plazas, en total 33.

Es por tanto un albergue inclusivo, sin barreras arquitectónicas, donde alojarse con desayuno incluido costará doce euros al turista o peregrino. No obstante, desde Placeat señalaron ayer que su intención es darle un mayor contenido, por lo que «buscaremos grupos, empresas, haremos campos de trabajo, con descuentos para grupos de más de doce personas».

El director general recordó que la Junta (Cultura y Turismo) ha invertido 546.942 euros en un espacio de 380 metros cuadrados, situado a apenas 500 metros del trazado de la Vía de la Plata. También recordó que fue en la legislatura del 2007 al 2011 cuando se construyó y en la posterior, no se abrió y «lo que hay que hacer es sacar cosas adelante». Por eso, subrayó que el de ayer fue «un día importante», al poner en valor «un recurso turístico más» y no dudó de que «está en buenas manos».

El presidente de Placeat destacó a su vez su esfuerzo «para que las personas con discapacidad intelectual sean lo más autónomas posibles» y el albergue será un espacio para poder hacerlo.

Está situado en una finca de regadío que era propiedad de Placeat y que esta vendió a la Junta de Extremadura para poder habilitar el albergue, construido en dos fases por dos empresas.