La ciudad de Plasencia cuenta con un Supermercado Social abierto recientemente, y que vende a precio de coste alimentos de primera necesidad para aliviar las dificultades económicas de parados, pensionistas y familias "mileuristas".

La ideóloga de esta iniciativa, pionera en el país, es Consuelo de Miguel Sánchez, directora de un hogar de mayores de la capital del Jerte y que lleva a sus espaldas 40 años de profesión como trabajadora social. Esta extremeña de 62 años, vitalista, luchadora y entusiasta, se ha dejado todos sus ahorros para hacer realidad este proyecto social que tiene una doble vertiente. Ofrece la posibilidad de que familias y personas con pocos recursos económicos "conserven su dignidad" comprando a bajo precio en vez de vivir de la beneficencia, y además emplea a siete parados de larga duración que padecen diferentes discapacidades, según Europa Press. El local, por el que paga una renta simbólica, cuenta con más de 1.000 metros cuadrados, distribuidos en dos espacios. La mayor parte de la superficie está reservada para la exposición de productos, entre los que pueden adquirirse desde legumbres, leche, café, frutas y hortalizas, hasta embutidos y también congelados, con precios entre un 30 y un 70 por ciento por debajo de los de otras grandes superficies.

Por otra parte, la tienda cuenta con un almacén que, con el tiempo, se convertirá en un comedor social, según adelantó Consuelo, quien ha declarado que de momento no llegan las subvenciones de las administraciones, si bien ha señalado que están a la espera de la concesión de ayudas por parte de la Junta de Extremadura. El denominado Supermercado Social ya existe en países como Alemania y Francia para aliviar la economía de ciudadanos con dificultades, según ha explicado Sánchez, quien ha añadido que, en tiempos de crisis, hay personas "de clase media y baja a las que no les llega para nada". Asimismo, ha detallado que los productos que dispensan son "de primera calidad". Este proyecto, sin ánimo de lucro, vende, fía y en algunas ocasiones entrega de un modo gratuito su género a la población más necesitada y emplea en dos turnos a discapacitados físicos y psíquicos, que ganan 600 euros por sus cometidos. Uno de los trabajadores, Javier Martín, explica que gracias a este proyecto su vida ha cambiado, ya que dispone de más ingresos y, sobre todo, de una actividad donde puede ser útil. Para Pilar Iglesias, que ejerce de encargada y cajera, se trata de un idea muy buena y necesaria. Mientras que para Concepción la puesta en marcha de este supermercado da posibilidades a personas que, como es su caso y el del resto de la plantilla, sufren doblemente la crisis por ser discapacitados. Para ser cliente de este establecimiento es necesario aportar documentación que constate que no se disponen de recursos económicos suficientes, tales como la cartilla del paro, las letras de las hipotecas o el carnet de pensionista. Son muchas las personas que se surten de alimentos de primera necesidad, tras mostrar la cartilla que les acredita como usuarios. Por ejemplo, Pilar, con siete miembros en la familia, y con sólo 700 euros de ingresos, quien explica que este local le posibilita "mucho ahorro", por lo que significa un alivio a la situación que atraviesan.

Otros de los clientes, José Manuel, un parado de larga duración, que "no encuentra nada" de trabajo, lamenta que él, su mujer y sus tres hijos, tengan que mantenerse con lo que ingresa de paro y reconoce que desde hace tiempo estudia en todas las superficies muy bien los precios para dar con los productos más económicos.

Por otra parte, el matrimonio de jubilados formado por Tomasa y Esteban reconoce que, tras trabajar toda la vida, ella no recibe ingresos por no haber cotizado, mientras que él, tras 50 años de profesión cobra 700 euros. Por ello compran en este establecimiento para "ahorrar uno eurillos". La pareja insta a gobernantes y personas con posibilidades económicas a apoyar este tipo de proyectos , para que tengan continuidad en el futuro.