Cada año, la entrega del premio Abuelo Mayorga es un momento de emoción y este año se ha mantenido la tradición. Porque Valeriano Pablos Granado, Nani para quienes le conocen, apenas pudo articular su discurso de agradecimiento. Tuvo que parar en varias ocasiones, e incluso llegó a las lágrimas, mientras un salón de plenos abarrotado le aplaudía y dirigía palabras de ánimo.

El hogar de mayores Puerta Berrozana propuso su candidatura porque su trayectoria «ha estado unida a la implicación activa, con el objetivo de mejorar la sociedad en la que vivimos y hacerla más humana, justa y solidaria». La comisión organizadora del premio le eligió y, ayer, Pablos señaló con humildad: «creo que no soy merecedor del premio. En mi vida, lo único que he intentado ha sido ayudar a la sociedad».

Nacido en 1945, recordó que empezó como empresario de la alimentación hace más de 40 años, «siempre intentando ayudar a los que más lo necesitaban», y fue fundador de la Cooperativa Sediaco hace 30 años, de lo que «estoy muy orgulloso».

Pero sobre todo, se emocionó al hablar de Placeat, la asociación con la que se implicó a través de su hija Miriam y de la que ahora es vicepresidente. De sus chicos, dijo: «me han enseñado muchísimo y me siguen enseñando» y pidió «salud para poder seguir con mi camino», sin olvidar el agradecimiento a su mujer, «la promotora de todo».

El alcalde le entregó el premio y dijo de Valeriano Pablos que es «un gran hombre, una buena persona, un hombre humilde y siempre transparente, con una vida de entrega permanente» y recordó que, cuando atendía una tienda en San Lázaro, y acudía gente que no tenía dinero para pagar el pan, él «lo ponía a su disposición».