Si el confinamiento ha sido duro para cualquier persona, para un enfermo de alzhéimer aún más. «La afectación está más aumentada que en cualquiera de nosotros, aunque en algunos más que en otros, pero son un colectivo muy vulnerable».

Son palabras de Cristina María Martín, psicóloga de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer Afads Norte de Cáceres, que tuvo que cerrar su sede de Plasencia y con ella su centro de día y las terapias cognitivas, el pasado 13 de marzo y no ha podido reabrir hasta el 22 de junio.

Este parón, mitigado por la ayuda de los familiares, que durante todo este tiempo han tenido que ejercer de cuidadores, terapeutas y psicólogos, ha provocado «un aumento de la sintomatología, hay evidencias de que se ha acentuado el proceso», aunque no en la misma medida en todos los enfermos.

Tanto Martín como María Climent, trabajadora social y coordinadora de Afads, explican que los motivos han sido la ruptura con las rutinas que tenían establecidas y también con la interacción social, con otros usuarios y los profesionales, además de la «reducción de los estímulos, no tiene nada que ver».

Aún así, la asociación ha apoyado a los familiares que, «se han tenido que adaptar a la nueva situación y esta demencia es muy absorbente. Estar 24 horas con una persona con alzhéimer supone un agotamiento mental y debían seguir con sus rutinas y la actividad, además de que tenían que transmitirles tranquilidad y serenidad ante la nueva situación, que ha acentuado trastornos de conducta como la irritabilidad, el insomnio y la ansiedad», apunta la psicóloga.

Para ayudarles, los profesionales de Afads han estado en contacto telefónico y telemático permanente con las familias, les han enviado cuadernillos de fichas cognitivas y les han dado consejos para llevar a cabo las actividades. «Sobre todo, hemos prestado apoyo emocional para que se sintieran apoyados y hemos estado disponibles las 24 horas del día para dar respuestas inmediatas a sus necesidades».

Porque además, aunque ninguno se ha contagiado de covid, sí han tenido casos de familiares.

Los cambios

El pasado 22 de junio, las puertas de Afads volvieron a abrirse, aunque la actividad se ha adaptado a la nueva normalidad. Así y como explica la coordinadora, la terapia cognitiva, que antes se realizaba en grupos de seis u ocho personas, ahora es individual porque los horarios se han ajustado «para minimizar los riesgos».

En cuanto al centro de día, hay una profesional con un grupo de usuarios y otra distinta con otro grupo. Todos los trabajadores, los cinco que han salido del ERTE, se han hecho la prueba del covid antes de empezar a trabajar y la desinfección es continua. Además, han fijado dos turnos de transporte en microbús para que se junten menos usuarios.

Aún así, hay familiares que tienen miedo y de 40 que había en terapia cognitiva y 29 en el centro de día, han pasado a 20 y 14 respectivamente.

La asociación anima a acudir porque en los que han vuelto «ya hemos notado un frenito, pequeños logros de mantenimiento. En cuanto se vuelve a la rutina, vuelven la estabilidad y el control, a nivel anímico y social y eso hace más llevadera la enfermedad».