Olga Lopetegui, chilena de 34 años, optó por huir de su marido para dejar de recibir palizas. Después de diez años de malos tratos, escapó de su país con sus dos hijos de 12 y 5 años para vivir con su madre en Plasencia. Mientras intenta rehacer su vida, pide que no le sientan lástima sino "a todas aquellas mujeres que ahora mismo están siendo maltratadas y no son capaces de admitirlo".

Ella lo ha hecho y ahora es un poco más feliz, pero las secuelas de la violencia que ha sufrido no las borra la distancia: "Sufro depresiones porque psicológicamente uno queda marcado para el resto de su vida". Por eso y porque la justicia española no la considera una mujer maltratada al haber viajado a España como turista no ha conseguido encontrar trabajo, pero sí ha conocido a otro hombre aunque no ha logrado hacer desaparecer la desconfianza.

No es de extrañar después de haber llegado al límite del sufrimiento. Pensó incluso en matar a sus hijos y a sí misma "porque ya no podía aguantar las palizas". Confiesa que aguantó "porque le quería y él decía que iba a cambiar, pero todas las semanas era lo mismo".

Su hijo le hizo ver la realidad de la situación y ahora ya no recibe golpes, pero insiste en que "el daño que te hacen es para siempre, queda en el corazón y en la mente". Con todo, no duda en animar a las mujeres que están pasando por su misma situación a que denuncien y pongan fin a la violencia porque el maltratador "te anula, te hace creer que no sirves para nada, que eres una basura humana". Además, confiesa que, de no haber huido a España "ahora estaría muerta o en la cárcel por haber matado a mi marido".