La alcaldesa tiene el corazón ´partío´. A un lado Victoria Domínguez, cuya reprimenda pública por olvidarse de su socia de gobierno al hacer balance de legislatura no ha hecho más que poner de manifiesto quién manda en el ayuntamiento y al otro, Raquel Puertas, que no para de pelearse con uñas y dientes el piso para mujeres maltratadas que la propia Elia Blanco da por bien cerrado para salvar la cara a la Junta.

No nos escandalicemos, Victoria Domínguez ha hecho lo que tenía que hacer, que es reclamar respeto y, de paso, recordar quién tiene la llave de la gobernabilidad. Es lo que tiene gobernar gracias a un puñado de votos.

Si no, que hubiera sido más valiente y hubiera gobernado en solitario buscando acuerdos puntuales aunque eso requiere de cintura política y ganas de trabajar. Misión imposible visto que no parece cuidar mucho ni a las valedoras de su estabilidad.

Porque si este es el sapo público que ha tenido que tragarse esta semana, otro se le ha atragantado de puertas para adentro porque Raquel Puertas, la independiente de su lista, se ha plantado para que el piso de maltratadas siga abierto, se ponga la Junta como se ponga, y ha logrado que hasta el PP y Domínguez den un cheque en blanco a Elia Blanco para que el ayuntamiento lo asuma en solitario antes de echar a perder un recurso que funciona.

Aunque lo que habría que pedir a la alcaldesa es que antes de asumir una competencia regional con fondos municipales, como mal menor por la necesidad social, se lo pelee también por encima de intereses de partido. Si lo de Domínguez ha sido una torpeza o que ha ido de ´sobrá´ o si lo de Puertas es que es más política que gestora, ella sabrá. Pero que no se descuide, que le puedan dar la ´espantá´ y ya hemos visto de todo.