El nuncio del Papa, Manuel Monteiro, ordenó ayer al pacense Amadeo Rodríguez Magro obispo de Plasencia, lo que le convierte en el responsable número 81 de la diócesis. Como estaba previsto, unas 1.700 personas presenciaron en directo la ordenación tanto en el interior de la catedral como en el enlosado con la ayuda de tres pantallas de televisión.

Una hora antes del inicio de la ceremonia, las 700 sillas del enlosado estaban ocupadas, pese a que cayeron algunas gotas de lluvia, y el interior de la seo estaba casi al completo. El acto comenzó con puntualidad y la aparición del nuevo obispo fue recibida con aplausos de la multitud. Su primer gesto fue el saludo al presidente de la Junta de Extremadura, el presidente de la asamblea regional y la alcaldesa de Plasencia y, después se encaminó a la catedral antigua para vestirse y recorrer el exterior de la catedral en procesión junto al nuncio, el cardenal arzobispo emérito de Toledo, el administrador diocesano y los 31 obispos llegados a la ciudad para la ceremonia.

EMOCION EN LOS FIELES

Nuevos aplausos precedieron su entrada en la seo y dio comienzo entonces la ordenación. El administrador diocesano, Juan Bautista Lobato, dirigió unas palabras de saludo en las que recordó que Plasencia se ha convertido en "una diócesis de paso episcopal, lo cual dificulta hacer proyectos a largo plazo, iniciados, acompañados y culminados por un mismo obispo". Por este motivo, agradeció al anterior obispo Carlos López el inicio del Sínodo Diocesano y se felicitó porque Rodríguez vaya a continuarlo.

La homilía corrió a cargo del nuncio, que aprovechó para enviar un saludo de Juan Pablo II y encomendó al nuevo obispo la misión de "continuar la obra de Jesucristo y difundir el Evangelio de la esperanza", en alusión a los ateos y agnósticos. Acto seguido, comenzó el momento más emotivo de la celebración, el rito de la ordenación con la lectura de la bula pontificia; la imposición de manos del nuncio y los 31 obispos; la imposición de la mitra y la entrega del báculo pastoral, para después ocupar la cátedra y recibir el abrazo de los obispos.

Desde ese momento, el nuevo obispo de Plasencia fue el encargado de celebrar la eucaristía, que culminó con la comunión, que quiso dar expresamente en el enlosado, y el recorrido por las naves y el enlosado bendiciendo a los fieles. Estos demostraron su devoción rompiendo en aplausos y vivas al obispo y fueron muchos los que quisieron acercarse para estrechar su mano y darle la enhorabuena por su ordenación.

Amadeo Rodríguez despidió la ceremonia anunciando su compromiso de "hacer siempre el bien a mis hermanos" y sus prioridades al frente de la diócesis: "Promover las vocaciones con la ayuda de los seminaristas; hacer un diagnóstico de las causas del alejamiento de la fe y ponerme al frente del Sínodo Diocesano para dirigirlo, animarlo y sostenerlo". Es más, defendió el Sínodo por su búsqueda de la renovación y animó a participar en él a las familias y a los jóvenes para terminar con un recuerdo a los patronos de la diócesis y, en especial, a la Virgen de Guadalupe.

Unos 30 voluntarios se encargaron de la organización de la ceremonia, que contó con la actuación de cuatro coros y la presencia de numerosas autoridades de la Junta, la Subdelegación del Gobierno, la Diputación, diputados nacionales, alcaldes, cajas de ahorro, cuerpos de seguridad y la corporación municipal al completo.