Con sus cinco centímetros de alto, las seis bandas reductoras que ha colocado el ayuntamiento en las avenidas Virgen del Puerto y de Extremadura no han pasado inadvertidas. Ni para bien ni para mal, porque los peatones han ganado en seguridad y los conductores en incontinencia verbal mientras la concejalía de Tráfico las justifica alegando los 36 accidentes y uno mortal ocurridos en los tres últimos años en el cruce de Miralvalle.

Prácticamente el mismo tiempo que la asociación de vecinos de Miralvalle llevaba pidiendo medidas preventivas y más desde que hubo una víctima mortal que hace dos años, aunque también una mujer mayor resultó herida grave el último verano al ser atropellada en el paso de peatones del colegio San Calixto. De ahí que el presidente de la asociación vecinal, Agustín Benavente, pidiese ayer comprensión a los conductores.

Estos, sin embargo, preguntan si no había otra fórmula y las autoescuelas consultadas advierten de que sí. "Una cosa es controlar la velocidad --explica un portavoz-- y otra retener el tráfico porque son tan altos que obligan a parar sobre todo a los vehículos pesados y van a producir tapones por no hablar de los daños a los bajos". Pero el ayuntamiento insiste en que están debidamente homologadas y anunciadas. "Serán incómodas, pero efectivas", señala. Pero es precisamente que obligan a detener el vehículo si no se quiere dañarlo lo que tanto está dando que hablar en la calle.