Estamos dispuestos a poner una pancarta y a sentarnos en plena carretera y cortarla si es la única forma de que nos hagan caso". Es la advertencia que ha lanzado Emilio Montes, presidente de la asociación de vecinos La Amistad, en la colonia de Guadalupe, cansado de que ni el ayuntamiento ni Carreteras hayan atendido su petición de controlar el exceso de velocidad en la antigua travesía de la N-630.

Aunque la señalización indica que en esta zona, la avenida de España, no se pueden superar los 50 kilómetros por hora, Montes afirma que algunos vehículos llegan incluso a doblar esta velocidad: "A partir de las ocho de la tarde, pasan por aquí a 80 y hasta a 100 por hora".

Por eso, en enero del 2005, envió un escrito a la Demarcación de Carreteras solicitando medidas para frenar la velocidad como un radar y también un paso de peatones próximo a la rotonda de las cigüeñas porque "tenemos un semáforo, pero la mayoría de las veces no se respeta y por ahí cruzan multitud de personas, lo que supone un peligro para ellas".

También al edil de Tráfico, Blas Raimundo, ha pedido en varias ocasiones este paso de peatones, la última, en junio del año pasado y ante la falta de respuesta, le ha planteado incluso colocar las polémicas avispas y, si no es de su competencia --porque se queja de que "se tiran la pelota unos a otros"-- que la policía realice controles de velocidad.

Montes se lamenta de que ni unos ni otros han contestado al barrio y teme que algún día pueda producirse algún accidente, de ahí que estén barajando todas las opciones posibles para protestar y pedir medidas.

RATAS POR LAS TUBERIAS Pero no es la única reivindicación pendiente porque en febrero, los vecinos remitieron un escrito a la alcaldesa en el que le pedían mejoras en el saneamiento de los antiguos bloques de Requejo. "Las tuberías están deterioradas y por los huecos que han hecho las ratas, salen con mucha frecuencia con peligro para los vecinos por posibles mordeduras", advierte Montes.

La mejora de las márgenes de la antigua travesía es otro de sus caballos de batalla, también compartido por los empresarios y el movimiento social por tratarse de la entrada a la ciudad desde Cáceres y no menos importante son los malos olores que sufren por el arroyo de la Pardalilla.

Montes ha informado a la alcaldesa y al edil de Medio Ambiente de que "al llegar a la rotonda de las cigüeñas queda al descubierto y desprende un olor tan desagradable que los vecinos no pueden salir ni al balcón. Si ese arroyo corre en verano es porque algunas empresas vierten ilegalmente", avisa, por lo que también ha pedido medidas que hasta ahora no han llegado.

La asociación también ha hecho distintas peticiones a las ediles Carmen Blázquez y Mónica García y quiso destacar que "la mayoría las han cumplido, ellas son las únicas que se han portado bien con el barrio".