El comedor social de Cáritas Diocesana acaba de cumplir un año. Un año en el que sus voluntarios han dado de comer a más de 6.000 personas. La cifra pone de manifiesto que la iniciativa, motivada por la crisis económica, era necesaria y "lo sigue siendo", en palabras de su responsable, Sor Julia Figueredo, que se muestra muy satisfecha por la ayuda ciudadana, bien en forma de voluntariado o a través de donativos que hacen posible seguir manteniendo el comedor.

Porque dar de comer a una media que supera las 30 personas al día tiene muchos gastos. Tantos como unos 6.000 euros al mes, según los cálculos de Figueredo. Todo el dinero que reciben se destina a alimentación porque son muchos los usuarios "algunos meses llegamos atender hasta a 45 personas al día".

Como sucedió al abrir el comedor, los beneficiarios son, por un lado, personas sin hogar y, por otro, familias con hijos y algunos de sus miembros en paro o todos que no tienen otro recurso para comer. Estas últimas no se sientan a la mesa del comedor sino que acuden a recoger la comida para llevársela a casa. "Una señora nos contaba que en casa calienta la comida en su olla y se la sirve después a los niños que le dicen que le ha quedado muy rica y eso nos alegra". Aunque de este grupo, Sor Julia destaca que hay gente que ya ha encontrado trabajo y ha dejado de acudir.

Por otro lado, este mes de diciembre, los empleados de Monprint se han sumado a la lista de destinatarios del cátering, que envía 40 comidas al día.

Sor Julia destaca que este comedor no sería posible sin los donativos y gracias a ellos "este mes no vamos a tener problemas para dar comidas", pero no quiere que se olvide que cada mes son necesarios. Por eso, mantienen cuentas abiertas en distintas oficinas bancarias

Además del agradecimiento a los benefactores anónimos, también tiene elogios para los voluntarios, medio centenar adultos y un centenar de jóvenes de colegios que colaboran desde la concienciación hasta preparando la comida y sirviéndola.