El vertido de aguas fecales ha tenido también consecuencias en el restaurante Casa Juan, cuyos responsables se han visto obligados a arrojar botellas enteras de ambientador a la calle para intentar suprimir los olores.

Aún así, advierten de que han perdido mucha clientela, sobre todo durante el verano, ya que el calor multiplicaba los olores: "La gente llegaba a la esquina y el olor les tiraba para atrás. Además, el olor se metía dentro del restaurante y los propios clientes lo traían impregnados en los zapatos". Tras haberse quejado muchas veces al ayuntamiento, urgen una solución.