La catedral cerró el viernes pasado a las cuatro de la tarde para evitar el alboroto de varios jóvenes que celebraban el inicio de las vacaciones navideñas colándose en el templo para bajarse los pantalones y saludar con el culo descubierto desde la puerta, mientras otros orinaban y el resto bebía en los alrededores de la plaza de la catedral.

Testigos de la movida cifraron en no más de diez los menores que protagonizaron los hechos aunque en las escaleras se concentraban varias decenas de estudiantes procedentes del pub más cercano.

La anunciada presencia policial en los botellones del inicio de las vacaciones escolares brilló también por su ausencia en la plaza de la catedral y el director del Museo Catedralicio, José Sendín, tomó la decisión de cerrar la catedral tras intentar un diálogo con los jóvenes. Pero con dos copas de más no se mostraron conciliadores.

"Pensamos haber llamado a la policía --explicó Sendín-- pero luego decidimos cerrar para evitar un follón viendo las condiciones en que estaban los chicos que deberían tener de quince a diecisiete años".

FALTA DE RESPETO

El sacerdote y tantos años educador valoró ayer estos hechos como "una falta absoluta de respeto a los lugares sagrados para empezar y de la más elemental educación independientemente de que fuera en un templo por lo que me gustaría que los padres supieran quiénes fueron".

Aunque fue un hecho puntual, Sendín indicó que los orines en la puerta de la catedral suelen ser frecuentes hasta el punto de que lo primero que hacen los domingos es limpiarla. Lo mismo que le toca hacer a la empresa concesionaria del servicio de limpieza en el macrobotellón de la Torre Lucía y más recientemente en otros seis puntos donde se concentra la juventud dentro del casco urbano. Pero esto se reproduce cada fin de semana a diferencia de lo ocurrido el mismo viernes de inicio de las vacaciones en la conocida plaza de los Pinos.

Esa mañana camparon también a sus anchas numerosos estudiantes ante la impotencia de los vecinos y sin la presencia policial que había anunciado un día antes el alcalde. No sólo se concentraron con sus bolsas repletas de bebidas alcohólicas, sino también con música a todo volumen en los coches-discoteca y se formó la algarabía. Su proximidad con los institutos de la ciudad llevó a los estudiantes a concentrarse en esta plaza porticada como también ocurrió en la plaza de la catedral, lo que pone en evidencia que el anunciado dispositivo policial no funcionó y los menores siguieron comprando sin dificultad las bebidas alcohólicas.