La casualidad, quizá, hizo que en 2011 estuviera trabajando en el Real Monasterio de Yuste y presenciara, durante varios días, cómo se llevaban en grandes cajas de cartón, la donación de los monjes Jerónimos a la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, de 44.000 volúmenes entre libros, legajos y balduques, pertenecientes al fondo bibliográfico de la biblioteca de Yuste, en previsión de la marcha de sus, hasta entonces monjes custodios, del propio monasterio Jerónimo.

Dividida en tres colecciones, la biblioteca Vicente Cadenas (de ella 5.000 volúmenes sobre Carlos V), la biblioteca de Fondo Antiguo y la Monástica, que contiene cantorales y joyas como la Historiae Mundi de Cayo Plinio, la Gramática Griega de Pedro Simón Abril o la Crónica General de España de Ambrosio de Morales, es sin duda un tesoro que regresa al lugar de donde nunca debió salir. Hecho que las circunstancias obligaron a llevar a cabo a los últimos miembros de la congregación de monjes de la orden de San Jerónimo que dejaron el lugar y que, afortunadamente en los próximos años, verá la luz de forma ordenada y cuidada, para que al menos una parte, pueda ser disfrutada y consultada por investigadores, historiadores y curiosos, según aseguran las autoridades regionales y de Patrimonio Nacional encargadas de recepcionar, custodiar y gestionar este valioso legado, que convertirá al imperial y real sitio en centro de investigación de referencia internacional.

Si Carlos I eligió este lugar como postrera residencia con la oferta de que disponía, por algo sería. A pesar de los muchos y terribles episodios acaecidos en la historia del cenobio verato, ha logrado mantenerse en pie hasta nuestros días gracias a sus moradores y a la acogida, en 2004, de Patrimonio Nacional, un poco tarde en mi opinión, que supuso un soplo de aire fresco muy necesario para revitalizar y poner en su lugar a este real sitio.

Parada obligada para quienes se acercan a visitarnos y mostramos orgullosos si nos dan la oportunidad, pues nadie mejor que nosotros mismos para hacer patria de lo nuestro, mostrando el esplendor que un día el emperador supo ver y que ha recuperado su importante archivo bibliográfico.

Es labor de todos recuperar lo que nos pertenece, cuidarlo y mostrarlo para que el mundo entero sepa de su existencia y conozca nuestra historia.