Cuando la placentina Joanna Montero compró, en febrero del 2013, el piso por el que pujó en la avenida Virgen del Puerto, 8, no imaginaba que, cinco años después, comenzaría un calvario que todavía hoy continúa. Porque, según la documentación que posee, el banco al que se lo adquirió, Liberbank, la considera una okupa y lo tiene puesto en venta en varios portales de internet. La última alerta de una oferta de venta le saltó hace apenas quince días.

Esta placentina, profesora de instituto, explica que el piso llegó a Liberbank a través de un embargo a una constructora, que, además, «lo dejó sin puertas, sin radiadores, sin sanitarios, sin aires, se llevó hasta la caldera». Un directivo local de la entidad se lo enseñó y ella hizo una oferta, que le aceptaron. Así, el 7 de febrero del 2013, firmaba las escrituras de compraventa y entregaba un cheque por el ímporte íntegro del piso al entonces máximo responsable de Liberbank en Plasencia. Apenas un mes después, lo registró.

Peró una tarde, cinco años después, el 2 de marzo del 2018, se presentó un cerrajero en su casa que tenía una orden escrita de «descerrar e instalar una nueva cerradura». El escrito procedía de una inmobiliaria con sede en Madrid, que poseía pisos de Liberbank. Confiesa que se quedó de piedra porque «él creía que yo era una okupa. Le enseñé la documentación y se fue, pero me dijo, que, aunque él se fuera sin cambiar la cerradura, vendría otro».

Fue a la comisaría, pero no pudo denunciarlo al no haber hecho que denunciar y comenzó a sentir una angustia que la llevó a estar quince días de baja por un «trastorno de ansiedad excesiva. Yo pensaba que cualquier día llegaba y no podía entrar en mi casa o que, si la gente sabía que había sido de un banco, podían entrar en el piso y ocuparlo».

Intentó hablar con el responsable de la inmobiliaria pero «me dijeron que ese señor no estaba al alcalce de cualquiera» y después empezó a ver su piso en portales de venta de internet, e incluso «había gente que llamaba al portal porque querían ver el piso». En uno de los portales, se especifica que el inmueble está «ocupado ilegalmente por terceros» y, cuando ha llamado para pedir explicaciones, no la han atendido.

Para más inri, en septiembre le comunicaron que Liberbank la había denunciado por un delito leve de usurpación. Llevó sus escrituras y la nota del registro a la policía y al juzgado y, una hora antes del juicio, previsto para el 18 de septiembre, la entidad retiró la denuncia y se archivó.

«Yo quería pedir daños y perjuicios porque ya estoy cansada, pero lo archivaron». No obstante, pensaba que, tras el archivo, las aguas volverían a su cauce. Ya con un abogado, envió burofaxes a los portales de venta por internet para que retiraran los anuncios, pero hace apenas quince días, volvieron a aparecer.

«Mi abogado dice que seguramente Liberbank tiene todavía el piso en la base de datos, pero no entiendo que sea tan difícil darle a un botón para borrarlo». Porque incluso recientemente pasó por su casa la empleada de una gestoría de Madrid que, en nombre de Liberbank, quería ver el estado del piso.

Mientras estudia denunciar a Liberbank por los daños morales de una situación «surrealista», se lamenta: «no pensé que esto iba a llegar a tanto. Estoy harta. Lo único que quiero es que me dejen tranquila, pero me parece que esto no va a tener fin, que no se va a acabar en la vida».