TEtl ser humano, cual bienqueda dado a la hipocresía conservadora y protectora de las apariencias por delante del sentimiento, la verdad o la persona, primero construye para, más tarde, destruir poniendo etiquetas, discriminando y excluyendo.

El 2 de abril se celebró el Día Internacional de Concienciación sobre el Autismo. ¿De verdad es necesario señalar un día al año en el calendario para concienciarnos? No existen suficientes días en el almanaque para adjudicar uno a cada causa que reivindicar. Humanitarias o de otra índole, pero significativas (a veces desconocidas para la mayoría como El Día de la toalla (tributo de los fans de Douglas Adams, el escritor y guionista inglés autor de la serie La guía del autoestopista galáctico , que combina magistralmente ciencia ficción y humor y se celebra cada 25 de mayo)).

Consciente de que marcarlo es una de las estrategias que nos vemos obligados a llevar a cabo para hacer visible este sector de la población. No tendría ni que ser incluido en la Agenda 2030 de la ONU, entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las 169 metas que prometen que nadie se quedará atrás, pero la realidad es que seguimos dejándoles a la cola.

Los problemas de incomprensión y discriminación que sufren son un muro erigido por el desconocimiento de la sociedad ante su realidad, sostenido por el incumplimiento de la propia Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y el resto de los marcos legales de los diferentes miembros de la Unión Europea, lo que complica aún más facilitarles una vida digna.

La principal medicina es la inclusión desde el inicio y en todos los ámbitos. La diferencia es bella, nos ayuda a crear nuestra particular idiosincrasia y nos distingue del resto de congéneres como dijo Ban Ki-Moon: "Las personas con autismo poseen naturalmente una amplia gama de competencias y manifiestan diversas esferas de interés, pero todas ellas comparten la capacidad de hacer de nuestro mundo un mundo mejor".