Ultrajar un bien histórico público demuestra la falta de respeto, educación y desinformación de las personas que lo ejecutan, más si cabe, tratándose de un campo santo. ¿Tan grande es el placer que les genera atentar contra el patrimonio de todos? Lejos de signos o ideas políticos, cuando se daña voluntariamente la herencia cultural, nos están privando de su disfrute a los que, pacíficamente, solo deseamos contemplar un pedazo de historia, sin más apreciaciones éticas o morales.

Han sido profanadas nueve tumbas de soldados en el cementerio militar alemán situado en la población verata de Cuacos de Yuste, con pintadas y rotura de las cruces donde figura su identidad (a veces ni eso) y fechas de nacimiento y fallecimiento.

Los símbolos son importantes y forman parte de nuestra idiosincrasia como seres sociales, pero la nocturnidad y alevosía de este cobarde acto vandálico manifiesta la incapacidad de quienes lo han llevado a cabo para utilizar los medios legales a su alcance y manifestar su desacuerdo hacia quienes son contrarios a sus ideales.

He perdido la cuenta de los paseos que he gozado hasta el Monasterio de Yuste pasando por delante del cementerio alemán, de las veces que he entrado a sentir paz, a escuchar su silencio, coger madroños o cobijarme de la lluvia, sola o en compañía. También de las ocasiones en las que lo he mostrado y contado su historia, contenta de poder regalar al visitante la única necrópolis de estas características en toda España.

Este cementerio es mucho más que un lugar santo, es la reunión de seres que murieron en similares circunstancias, lejos de familiares y amigos que pudieran consolarse con la presencia de su tumba y ser despedidos y despedirse del modo deseable para aquellos que no volveremos a ver a nuestro ser querido.

Inspiración para numerosos poetas autóctonos y foráneos, como mi muy admirado Álvaro Valverde, quien con su poema Cementerio alemán, Yuste (Una oculta razón, 1991), puso la simiente para crear una antología poética del mismo nombre (2016), que compila poemas sobre este espacio, que cierra: … Respeto y humildad para los muertos, más no, nunca jamás, para la muerte., de Regreso al cementerio alemán (Desde fuera, 2008), también suyo.

Si algo tan sublime sirve de inspiración artística, no puede hacer daño a nadie.