Ella lleva 37 años viviendo en el mismo piso de una céntrica calle de Plasencia. Él, su pareja, 13. En el edificio, «siempre ha existido un bar y nunca hemos tenido problemas de ruidos, porque nunca ha sido un bar musical». Pero desde hace un año, esta pareja solo puede dormir a base de «tapones y pastillas. El derecho al descanso no se cumple en absoluto», sentencian.

Son, de momento, los únicos vecinos que han autorizado que el ayuntamiento realice una medición de ruidos en su vivienda. Creen que no ha habido más autorizaciones porque los demás tienen miedo a que les señalen o les culpen del cierre de establecimientos de ocio. Por eso, esta pareja prefiere guardar el anonimato. Porque, de hecho, ya se sienten acosados. «No sabemos si es que ha habido una filtración y la gente ya sabe que lo hemos autorizado porque nos tocan el timbre constantemente y nos han llegado a tirar una botella de cerveza al balcón».

Además, señalan que, «desde que hemos pedido al ayuntamiento la licencia del local y hemos autorizado la medición, han bajado la música, así que ahora no es buen momento para medir. Hemos pedido que se realice con ciertas garantías y que sea homologada, porque si no, no servirá para nada».

Su objetivo no es otro que «poder descansar». Porque afirman que, desde hace un año, han sufrido el elevado volumen del establecimiento los martes, jueves, viernes y sábados. «A partir de las once, es imposible hablar entre nosotros ni ver la tele. En verano, hemos tenido que dormir con las ventanas cerradas y menos mal que estamos jubilados porque, si estuviéramos trabajando, quién lo hubiera aguantado; nos tienen trastocado el sueño».

Consideran que el último año ha sido un «de sufrimiento», e incluso se han planteado «marcharse a vivir fuera de la ciudad». Porque, solo el pasado mes de julio han presentado más de 30 escritos de denuncia en el ayuntamiento. Han iniciado una vía administrativa que quieren continuar hasta el final y, si no sirve para solucionar la situación, «nos plantearemos ir a la vía judicial».

su periplo / A esta pareja le sorprendió que el ayuntamiento condeciera licencia de bar especial para el local, lo que supone que en verano puede estar abierto hasta las 3.30 horas, «y eso si no hay ampliación horaria, que cuando la hay pueden cerrar a las 5.30», subrayan.

Afirman que los propietarios contactaron con ellos inicialmente para realizar una medición de ruidos, pero estos les contestaron que debían esperar a que la comunidad de vecinos lo aprobara. «No volvieron y dicen que nos hemos negado y no es cierto».

Afirman que el local no está insonorizado convenientemente, porque «el ruido sube por una chimenea», sin embargo, según la documentación del ayuntamiento, todo está en regla.

«Hemos pedido un certificado ambiental y la licencia» y un perito privado está revisando toda la documentación. Mientras, señalan que la policía local les informó de que se iba a cerrar el local, y «nos llevamos la sorpresa de que no cerraron, sino que les dieron una licencia superior». Por todo esto, se sienten «indefensos» y se preguntan: «¿Por qué tenemos que sufrir esta situación, sin poder dormir?».