El comedor social de Cáritas no se nutre solo de transeúntes sino que cada vez son más las familias afectadas por la crisis que tienen que recurrir a solicitar, bien alimentos para cocinar en casa o bien comida ya cocinada para llevar porque, en general, no comen en sus instalaciones.

Así, Sor Julia Figueredo, su responsable, explica que son ya unas 140 familias las que cada mes reciben alimentos del comedor de Cáritas. Un centenar prefiere llevarse los alimentos en crudo y el resto, se lleva la comida a su domicilio. "Es gente que no ha tenido que pedir nunca porque no lo ha necesitado y ahora se ve obligada como consecuencia de la crisis".

Porque Sor Julia señala que, en general, se trata de familias con hijos pequeños que se han quedado en el paro y ya no reciben ni prestación. "Sé que tienen niños pequeños porque nos piden leche de continuación, que nos dan desde el banco de alimentos de Cáceres y también las farmacias de la ciudad".

Estas familias reciben también leche de vaca, aceite, patatas, huevos, azúcar y otros alimentos básico, pero que no abundan. "Estamos más flojos de estos alimentos porque son muchas las familias que los piden en crudo", por eso advierte de la necesidad y recuerda que hay una cuenta abierta en Caja Extremadura para realizar donativos.

No obstante, no se queja, sino todo lo contrario, de la solidaridad y las donaciones altruistas porque "llevamos cuatro años y esto no decae. La gente sigue dando donativos porque ve que lo estamos repartiendo todo, al mes no nos queda nada. La gente es muy solidaria, la de Plasencia, pero también la de las comarcas y muchos organizan colectas y nos traen después la comida, por eso no me cansaré de dar las gracias", subraya.

SIN COMIDA No obstante, apunta que este ha sido un mes flojo en cuanto a la demanda porque "los que viven en la calle se van a la recogida de la cereza y otros frutos y ya no vienen, pero meses atrás hubo un aumento y tuvimos que pedir más comida porque nos quedábamos cortos".

Aún así, el hecho de que el comedor se mantenga y también las donaciones es una esperanza para aquellos a los que la crisis ha dejado sin trabajo y que deben además afrontar deudas mensuales. Por eso, Sor Julia reconoce que, si no existiera el comedor "mucha gente lo pasaría muy mal y los niños no se alimentarían bien". Confía en que las donaciones no decaigan para que esto no suceda.