Su vida hace justicia al refrán de que la realidad supera a la ficción . Eleuterio Sánchez El Lute es un hombre forjado en el sufrimiento y la necesidad, que ha vivido de cerca las penurias que otros viven en la actualidad debido a la crisis económica y que consiguió rehacerse donde, en su opinión, pocos lo consiguen, en la cárcel. A sus 71 años, cierra un ciclo de memorias con la obra Cuando resistir es vencer , publicada por la editorial cordobesa Almuzara y que hoy presentará ante los placentinos, a las ocho de la tarde en Las Claras.

--A Plasencia le une una relación especial...

Sí. A los 7 u 8 años, mi familia y yo salimos de Salamanca y vivimos muchos años en Plasencia y también nos movíamos mucho por los valles del norte. Mi vida de niño y adolescente la pasé en esta zona y ahora me he comprado una casita en Cabezabellosa y paso mucho tiempo allí. Dicen que es el retiro de El Lute , pero no es cierto, ojalá. Yo no soy pensionista así que estoy activo y vivo en Huelva. En este último libro se habla mucho de la provincia de Cáceres, así que para mí, ir a Plasencia es como ir a casa, como estar con los míos, me siento muy bien en esa zona.

--Sin embargo, tampoco lo pasó bien aquí de niño

--No. Por aquel entonces no había subsidio de desempleo; el sueldo daba para la subsistencia diaria y cuando se acababa, tenías que buscarte la vida. Cuántas veces habré cogido yo bollos de pan de una panadería. Eso no es robar, el Código Penal dice que son delitos famélicos. En Plasencia, lo que nos salvaba era que al lado del Alfonso VIII, donde estaba el cine Sequeira, había una cocina económica, que llevaban unas monjitas y ponían garbanzos con mucho caldo y donde flotaban pedacitos de tocino. Costaba a peseta el cazo y un hermano y yo llevábamos una cacerola grande y con eso comía y cenaba toda la familia.

--Le presenta esta noche un merchero como usted, Victoriano Durán

--Sí. Con Victoriano tengo una relación de amistad y de identificación. Nosotros nos identificamos como mercheros, que es un grupo étnico poco conocido porque el merchero quiere pasar inadvertido y su origen es desconocido. Venimos de trabajadores del cobre, nómadas. Es un sistema cerrado y endogámico, pero nada tiene que ver con el adjetivo peyorativo que se daba antes, de quinquis.

--Y le acompañarán la cantante Pilar Boyero y Aurelio Gallardo

Sí. Pilar es una mujer majísima y muy voluntariosa. La quiero mucho y también hablo de ella en el libro. La conocí un día en que fui a dar una conferencia en Salorino y después del coloquio ella arrancó a cantar. Desde entonces tenemos una relación de amistad.

--Cerca de Salorino, en Membrío, murió su madre

Sí y eso ha suscitado leyendas como que mientras yo estaba fugado, todas las noches iba El Lute en un coche negro y a la mañana siguiente había flores en la tumba de mi madre. Eso es falso, ojalá hubiera podido hacerlo. Mucho tiempo después, volví a Membrío a dar una conferencia y en el turno de preguntas el alcalde me soltó que tenía restos óseos de mi madre y que quería dármelos. Aquello me causó estupor porque resulta que había estudiado medicina y, cuando se exhumaron los huesos, él le pidió al sepulturero los de mi madre para sus estudios.

--¿Qué ha querido contar con este tercer libro de memorias?

--Pues lo que ha pasado en los últimos 36 años de mi vida. Este libro no es una continuación de los dos anteriores, es nuevo y diferente. Es ahora, con 71 años, cuando toca escribir mis memorias porque el primer libro, Camina o revienta , no eran unas memorias. Yo lo escribí como un testamento porque me había fugado, tenía cuatro balas en mi cuerpo y estaba escondido en un colector. Pensaba que iba a morir porque me consideraban peligroso, el coco para los niños, y me puse a escribir a golpes de corazón y con mucha juventud. Este es un libro de madurez, reposado y que tiene mucho de reflexión y ensayo. Me siento muy satisfecho porque es un libro redondo.

--¿Cree que la situación económica actual se parece a la que usted vivió?

--No es comparable porque estamos en un sistema democrático, pero es verdad que con la libertad no se come y sí hay mucho paro y desesperación. Yo he visto a gente de clase media, con traje y corbata en colas de comedores sociales. En Cabezabellosa he observado además que gente que se marchó a la capital vuelve para trabajar en el campo y con el ganado.

--¿Le siguen reconociendo por la calle?

Ya menos. Cuando estuve en televisión y salió la película de Camina o Revienta , todo el mundo se giraba para verme.

¿Cambiaría algo de su pasado?

--Hombre, me hubiera gustado haber tenido una infancia y una adolescencia normal, porque con 22 años yo era analfabeto y entré en contacto con la cultura en la universidad de una cárcel. Yo me he construido donde la gente se destruye porque la cárcel no ayuda ni rehabilita, es un semillero de futuros y más peligrosos delincuentes. Ese es uno de mis méritos, haber aprovechado ese tiempo. Cuando le privas de libertad a uno es como si le quitaras el oxígeno y yo fui capaz de sobreponerme a eso.

¿Cree que hay muchos 'Lutes' en la sociedad actual?

--No. Hoy 'El Lute' sería un personaje kafkiano, irreal. Es impensable que alguien que no ha herido nunca a nadie sea condenado a muerte, después a cadena perpetua y pase 18 años en la cárcel. Hoy eso es inconcebible. Hoy habría otro tipo de personaje, pero afortunadamente, otro Lute no.