El parque eólico proyectado en la sierra de Santa Bárbara tendría "un impacto visual brutal". Lo afirma Julio Hernández, que junto a María Jesús Montero han trabajado en un estudio del impacto que los molinos tendrían visualmente sobre la ciudad y la conclusión es que se verían parcial o totalmente desde más del 56% del término municipal.

Montero y Hernández son profesores de Ingeniería Forestal y del Medio Natural del centro universitario de la Uex y a través de sus asignaturas y junto con sus alumnos, han realizado también propuestas de alternativas donde ubicar energías renovables en la región. En este caso, su conclusión es que "existen cientos de kilómetros de cimas de montaña disponibles en la región, donde ni siquiera municipios de 2.000 o 3.000 habitantes los verían. Existen zonas deshabitadas en Gata, hay alternativas en Las Hurdes, en La Siberia...".

Porque lo que quieren dejar claro es que están a favor de la instalación de parques eólicos, pero no en un espacio "que está a 3 kilómetros en línea recta de la catedral" y a la vista de una ciudad que da mucha importancia al turismo y espera que este sea un futuro yacimiento de empleo. "Sería la foto más triste de Plasencia".

Porque el análisis de impacto visual que firma María Jesús Montero --un estudio similar forma parte del informe de impacto ambiental del proyecto-- señala que desde más del 44% del término municipal se verían de 6 a 8 molinos; en más de un 8% se verían de 3 a 5 y en más de un 3% de 1 a 2. Así, "Serían la carta de presentación de la ciudad porque se verían desde la circunvalación sur; desde la carretera de Malpartida; desde el pantano...". Y también subraya que los ciudadanos están en constante movimiento.

El suyo es un estudio "objetivo y sencillo desde el punto de vista metodológico. Está basado en un modelo que facilita el Ministerio y solo se necesitan los datos de altura de los aerogeneradores, que están publicados, y las coordenadas desde las que lanzar líneas de visión a través de unos modelos digitales del terreno, una cartografía en dos dimensiones, que también son públicos".

No obstante, Montero señala que los informes de impacto que hay sobre este tipo de proyectos adolecen de un análisis subjetivo, de "cómo percibe la gente el proyecto; cómo lo sienten", que sí se realiza en otros países "con una base científica de estadísticas sólidas".

Precisamente, señala que, según estos estudios, publicados en revistas científicas y especializadas, "una distancia de 4 kilómetros en línea recta es la frontera vulnerable a partir de la cual la población se vería seriamente afectada visualmente. De hecho, en Australia concluyeron que la distancia para no ver los aerogeneradores sería de 8 kilómetros".

Consideran a su vez que un parque de 8 molinos apenas crearía empleo local y se preguntan "si realmente el sacrificio visual merecería la pena". Por responsabilidad, remitirán un informe con estas conclusiones a la plataforma antimolinos para incluirlo en sus alegaciones.