Es tiempo de ellos, das una patada a una piedra y salen veinte, pero su capacidad lúdica hace que la opinión sea positiva y amable. Como don Quijote al toparse con la compañía de Angulo el Malo a quienes da su bendición y se ofrece a ayudarles en lo que fuere menester: «porque desde mochacho fui aficionada á la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula». Así pues, ¿quiénes mejores padrinos que él y, entre bambalinas, nuestro universal Cervantes, pueden tener los comediantes?

Como tantos otros oficios es el verano la época del año en la que ‘hacen su agosto’, aunque los verdaderos profesionales se mantienen todo el año y son quienes llenan los teatros también en invierno.

Ahora, con los programas de las diputaciones y de la Junta de Extremadura, todos los ayuntamientos ofrecen espectáculo, para el público en general. Música, cuentos, pasacalles y la estrella, el teatro, ocupan festivales y certámenes en escenarios y plazas tanto en ciudades como en poblaciones de hasta menos de mil habitantes.

La pena es que al proliferar como setas, la calidad del trabajo o los actores, en ocasiones, deja mucho que desear. La gran oferta permite tener con qué comparar y se termina aprendiendo a distinguir la profesionalidad del ‘todo vale’, más cuando se trata de recreaciones históricas, cuya finalidad principal es la fidelidad en su absoluto contenido, con la época y personajes elegidos.

Este año las fiestas holi, importadas de India, aunque adaptadas a occidente, están siendo las protagonistas de cualquier festividad que se precie, al igual que con las atracciones acuáticas, todo un éxito estival con las que refrescar las altas temperaturas que estamos padeciendo este verano.

Casi hemos perdido la tradición local de preparar durante el resto del año una pequeña obra, normalmente sainete, de autores conocidos o de la tierra, como J. M. Gabriel y Galán, que amenizaran las noches de estío en los pueblinos y que, a pesar de la inexperiencia de los actores, osados aficionados, divertían a los espectadores. Digo casi, porque sé de muchos casos, como mi pueblo, en los que, gracias a la voluntad de asociaciones de mayores, jóvenes o amas de casa, esta costumbre se mantiene.

Escasos recursos necesita un pueblo para divertirse cuando hay voluntad, pero como se suele decir, «una ayuda…»