Manuel Vilas alteró ayer, en el Instituto de Enseñanza Secundaria Sierra de Santa Bárbara, el esquema clásico que suelen seguir los autores invitados al Aula de Literatura José Antonio Gabriel y Galán.

En lugar de usar la fórmula de discurso de presentación extenso y seguido de preguntas, procuró una aproximación distinta al alumnado que tenía de público, yendo a parar al terreno común, el cuadernillo que los profesores reparten a los estudiantes antes de la llegada del autor, con poemas o extractos de sus obras.

"¿Habéis leído el poema sobre el McDonald's?", les preguntó. "Los autores actuales reflejan vuestro mundo, os podéis ver representados en sus obras", afirmó, y estimó que Federico García Lorca, quien "escribió sobre Nueva York, quizá no habría escrito sobre él, pero sí sobre algo tan representativo como eso".

Roto el hielo, respondió a preguntas variadas del centenar de alumnos de todos los centros que llenaban el salón de actos del centro, ante los cuales defendió que "la literatura te amplía el punto de vista sobre la vida, puedes imaginar cómo sería si te pasara lo que a los personajes, y te permite adornar tu vida gracias a la leer literatura".

Leyó una elegía a un antiguo automóvil suyo, que "puede que no tenga aval en la tradición literaria, pero qué más da, los coches son parte de la realidad". Explicó que sus personajes obsesionados por su vida sexual en El luminoso regalo son producto de su opinión de que "la ninfomanía podía ser una variación de trastorno obsesivo compulsivo" y que escribió la novela para "tratar desde la misma sociedad y con el peso del capitalismo" el sexo, que es "el motor del mundo, junto con el dinero".

Para Vilas, "puede ser una comedia o una tragedia" llegar a morirse "sin sabér qué queremos hacer con nuestra vida", remarcó. El escritor afirmó que "la cultura es el acceso a la felicidad; la finalidad de la educación no es otra que la felicidad, porque te da libertad".

El autor lamentó la imposibilidad de alcanzar la figura del escritor profesionalizado, lo que da lugar a "escritores domingueros, que trabajan de otra cosa y solo pueden escribir en sus ratos libres".