El Ministerio Fiscal ha pedido cinco años de prisión por un presunto delito de homicidio para el policía nacional que en verano del 2004 causó la muerte de un disparo a un conocido delincuente durante una persecución en el barrio de La Esperanza. También reclama una indemnización para cada uno de los padres de 63.00 euros y de 16.000 para cada uno de los cinco hermanos de Jesús C.C., por responsabilidad civil.

El caso, que tanto dio que hablar en agosto del 2004, será juzgado ahora en la Audiencia Provincial de Cáceres por un tribunal con jurado. Según las calificaciones provisionales del fiscal, concurre la circunstancia eximente incompleta de legítima defensa en la acción de A.G.P., con 28 años de servicio. Quien, según su relato, "no se preocupó en ningún momento, como era su obligación profesional, de advertirle que le apuntaba directamente con un arma cargada, que le tenía a tiro y que podía dispararle en cualquier momento, ni tampoco realizó ningún disparo intimidatorio al aire o al suelo, o incluso en último extremo a una parte no vital de su cuerpo, con el fin de que Jesús C.C,. depusiera su actitud, terminar la persecución y proceder a la detención".

Dos veces, dice el fiscal, que el policía le dio alcance. En la primera, la víctima se giró con una navaja de siete centímetros en la mano con la que le causó una erosión superficial en un brazo. Pero en la segunda ya había desenfundado la pistola y le disparó en la cabeza cuando hizo ademán de volverse contra él. Sufrió un coma neurológico y murió en menos de cuarenta minutos y destaca "la desproporción evidente entre las armas usadas" así como que el agente "interpuso su objetivo de atraparle a toda costa y aunque pudiera recibir un disparo mortal".

El policía había ido a La Esperanza en vehículo camuflado y sin uniforme en su busca y en la de su cuñado, A.J.A., "conocidos delicuentes habituales y cuyas actividades eran objeto de investigación policial desde hacía meses en relación a varios delitos contra la propiedad" y añade el fiscal que sobre la víctima pesaba una orden de detención.