La rápida intervención de Rachid, que le costó quemaduras de primer grado en las manos, evitó la madrugada del viernes la tragedia en el vial en tierra de acceso al ferial por la antigua Mequinesa. El escaso viento se alió para no propagar el fuego que se produjo en uno de los cientos de puestos de lona que están hacinados sin separación y provistos todos ellos de motores para la electricidad y bombonas para prepararse la comida. Una bomba en potencia porque tapan, además, las bocas de incendios donde los bomberos toman el agua. El fuego despertó alarmados a cientos de vendedores ambulantes, muchos de los cuales han decidido movilizarse para pedir a la organización vigilancia nocturna convencidos de que fue obra de unos jóvenes a los que oyeron salir corriendo entre risas mientras ardía el puesto.