Vamos, que esto ya pasa de castaño oscuro!

Como nunca llueve a gusto de todos, sé que algunos están encantados, pero de verdad, parece que nuestra vida se rige por el calendario litúrgico en lugar del gregoriano, sin duda los tiempos se asemejan más.

Llega noviembre y me pregunto, ¿no era en diciembre la Navidad? Hasta existen memes al respecto como el que dice: «Por mis c… este año no se me adelanta El Corte Inglés, ¡Feliz Navidad a todos!»

La prisa por vivir nos invade y nos vemos atrapados y arrastrados por esta vorágine de fechas y acontecimientos sociales obligatoriamente estipulados cada 365 días. Aunque cada vez somos más los que cambiamos esto por otra historia, otros lugares y entretenimiento, como sucede en feria con la mayoría de los placentinos que abandonan la ciudad y optan por sus vacaciones de verano en distintos destinos normalmente de playa.

Tan sólo falta el encendido de luces, que aunque bonitas (una que es muy romántica), empachan, como todo lo excesivo. Porque, ¿no daría lo mismo si la distancia entre ellas fuera de 100 metros en lugar de 50? Eso sin hablar del indecente gasto que ni en crisis hemos dejado de generar de forma global, no sólo local, siendo consciente de que las luces nos atraen como a polillas y, por efecto hipnótico, vaciamos nuestros bolsillos, beneficiando al comercio y mejorando los datos del paro estacional por los puestos de trabajo que se crean.

En el puente de La Inmaculada Concepción ya te puedes ir a disfrutar del ambiente navideño de la capital, gastar y perderte entre la multitud y aún faltan más de dos semanas.

Creo que la magia tiene su momento y no dura eternamente, si nos empeñamos en ampliar el tiempo forzosamente, con los fines que sea, económicos, sociales, culturales, etcétera, de forma impuesta o voluntaria, el verdadero sentido desaparece y llegada la celebración, el auténtico sentimiento se ha desvanecido como una vela que se consume.

Hasta el cambio climático se pone de mi lado contribuyendo a demostrar mi razonamiento. Para el año que viene se propondrá a la Real Academia Española que incorpore como nueva palabra del castellano veroño, si es que hace calor a día de hoy veinte de noviembre, así que, ¿a quién le apetece comerse un polvorón o un trozo de turrón o mazapán sudando?