Había escuchado los problemas que genera el whatsapp, pero hasta esta semana no me había sorprendido realmente de lo que esta aplicación puede llegar a importar a algunas personas.

Cierto es que no tener hijos evita tener que pertenecer a una cantidad considerable de grupos.Del cole, del comedor, de la catequesis (si es el caso), de las actividades extraescolares, que pueden ser varios si el niño ocupa sus tardes con dos o más disciplinas, conservatorio, ballet, esgrima, idioma, o alguna particular, de refuerzo de las asignaturas regladas.

A estos, podemos sumarle, esporádicamente, los creados por excursiones puntuales del cole o de la parroquia, etc. En definitiva, una lista interminable de números de móvil de personas que ni siquiera conoces o solo de vista y con quienes tienes que hacer esfuerzos sobrehumanos por llegar a acuerdos de la forma más asertiva posible.

Porque si ya son difíciles las relaciones humanas cara a cara, más lo son aún por este medio de mensajería del demonio. Alguien se ofende porque no participas, o por todo lo contrario, porque el tono es inapropiado para su juicio y subjetivo gusto o quien te dice que es una conversación escrita y no hay tono, otro que se siente ignorado si escribe y nadie le sigue, o que ni siquiera lo lee y luego pregunta lo ya dicho y así… hasta el infinito y más allá.

Para rematar, están los ofendidos porque el administrador del grupo les saca sin previo aviso y decide salir también de otros que comparten. Tal vez habría que pensar un pelín más antes de actuar y salir nosotros mismos antes, más aún si hemos manifestado nuestra clara decisión de no querer saber nada de lo que ahí se trata, hasta por escrito. Soltar también es necesario, pero a veces la curiosidad o desidia nos pueden.

Existen verdaderos adictos al móvil que viven más virtual que realmente, incapaces de desconectar o incluso peor aún, habiéndose habituado a usar las redes sociales como válvula de escape cuando, en realidad, son una prisión, camuflada de soplo de aire.

Personalmente, estar en uno menos, me aporta paz y tranquilidad que hoy, en el estresante día a día, se han convertido en algo no solo necesario, sino imprescindible. Menos quebraderos de cabeza y un inteligente uso del sentido común, facilitarían la vida a todos.