Unas hacen patchwork, otras bordados, otras trajes regionales... Son 17 mujeres con un punto en común «que la mayoría cosemos y estamos relacionadas con el mundo cultural». Así, cosiendo en casa durante los días del confinamiento por el covid, decidieron «hacer algo de costura que tuviera algún significado. El resultado ha sido el llamado tapiz de la esperanza, un tapiz de cuatro metros de largo por 2,40 de ancho que supone un «homenaje a todo el que ha luchado, ha trabajado, ha reído y ha llorado, al comportamiento de todo el mundo» durante los meses de encierro.

Lo explica Juana Pulido, una de las participantes y guía voluntaria en el Museo Etnográfico y Textil Pérez Enciso de Plasencia, donde actualmente se expone el tapiz. Maruchi, Charo, Luz Mari, Paquita y María Jesús son las cinco mujeres de las que surgió la idea y el círculo se fue abriendo hasta llegar a las 17, con diferentes lugares de residencia, desde Plasencia a Malpartida de Plasencia, Cáceres y Salamanca.

«Hay gente que hace pan, nosotras cosemos», explica Juana, y por eso decidieron poner su granito de arena a la situación con una obra de costura.

Cada una se ha hecho cargo de una parte del tapiz, que cuenta con 50 cuadros de la misma medida, 40x40 centímetros, que después del confinamiento se han montado con la misma técnica del patchwork. «Esto ha sido un trabajo de chinos porque los cuadros están hechos con tipos de tela diferentes, los que cada una tenía en casa. No se podía salir a comprar porque las mercerías estaban cerradas, así que hemos trabajado cada una con el material que teníamos».

Se trataba de plasmar sentimientos ante «la situación que se estaba viviendo» y cada una lo ha hecho a su manera y con su técnica. Así, en el tapiz se pueden encontrar la de hilos sacados, bordado a punto de cruz y otras y las imágenes van desde formas geométricas, un corazón, una paloma o flores hasta situaciones aplicadas a la tela, como una joven entregando una bolsa de la compra a una señora mayor que no puede salir de casa o dos vecinas con mascarilla hablando a través de sus balcones.

Desde abril

Juana recuerda que la iniciativa surgió en abril, «cuando nos dimos cuenta de que el confinamiento iba a durar más de dos semanas» y ha sido después cuando las autoras se han reunido para poner en común sus diseños y montarlos. Esto último lo han hecho las promotoras «con mucha habilidad. Pusieron en el ordenador cada cuadro y los fueron colocando donde quedaban mejor para que no hubiera dos juntos con los mismos colores, por ejemplo. Ha sido un trabajo duro porque en el patchwork la tela es la misma, pero en nuestro caso, cada una era de un tipo diferente».

Quieren que lo hecho durante el encierro pueda verse libremente por todo el mundo, por eso han decidido donar el tapiz a una institución y les gustaría que pudiera exponerse de forma itinerante. De momento, ya ha estado en la Casa de Cultura de Malpartida de Plasencia y ahora y hasta mediados de enero, se podrá ver en el museo etnográfico de Plasencia, dependiente de la Diputación Provincial de Cáceres, de miércoles a domingo.

Su idea es que se exponga cada año, coincidiendo con las fechas de confinamiento, «como homenaje a todos».