Se han llegado a plantear el salir una noche de fin de semana con una veintena de vehículos por las calles de Plasencia, accionando continuamente la bocina del coche, "para que todos sepan lo que sufrimos", afirma Agapito Díaz, presidente de los vecinos del Rosal de Ayala. El afirma que recibe protestas a diario, en cuanto entra en el barrio, como si fuera el concejal de Seguridad.

Llevan cuatro fines de semana enganchados al teléfono, en plena noche, viernes, sábados y domingos. No pueden dormir, pero no es por el calor. Los ruidos de los pubs y de las pistas de verano --"No es sólo el ´Hook´, hay más bares"-- les impiden conciliar el sueño. Llaman tres, cuatro, cinco veces... Del otro lado de la línea la policía, apuntando quejas, una tras otra.

"El viernes pasado, a las seis menos cuarto de la madrugada la música estaba más alta que nunca, aunque el horario de cierre es a las cinco", lamenta Díaz. Pero la situación no termina ahí, en las noches de fin de semana en vela: "Hay vecinos enfermos, ATSs que deben descansar para trabajar en el Hospital... incluso algunos familiares que han venido de visita se han marchado porque no resistían un sólo día esta situación".