TEtl sector bancario, debido sobre todo a la crisis financiera y a los avances tecnológicos, está sufriendo una profunda transformación. Los bancos prestan hoy múltiples servicios. Han monopolizado el mercado del crédito y ejercen una poderosa influencia sobre los sistemas monetarios. Las cajas de ahorro, que históricamente democratizaron el crédito, prácticamente han desaparecido en nuestro país, aunque su actividad más apreciada, la obra social, sobrevive gracias a las fundaciones bancarias.

Esta visión diacrónica de la banca nos sirve de punto de partida para comprender que la evolución del negocio bancario deja muy a las claras su necesidad de adaptarse a las variables sociales, económicas y técnicas. La crisis financiera obligó a realizar fusiones que trajeron consigo la reducción del número de entidades y la asunción de ingentes débitos derivados de la pésima gestión de algunas cajas. De otro lado, las reformas legales y las bajas horas por las que atraviesa el negocio del crédito, debido sobre todo al descenso de intereses, han modificado el perfil bancario. En efecto, se ha sometido a los bancos a una mayor intervención, y la nueva regulación ha servido para limitar el excesivo poder económico --y hasta político-- que ostentaban algunas entidades financieras. Por su parte, las nuevas exigencias en materia de coeficientes y dotaciones deberán coadyuvar a la salvaguarda de la solvencia y a aumentar la confianza de clientes, acreedores y accionistas.

La banca, ante el desplome de servicios tradicionales, principalmente la concesión de préstamos hipotecarios, se ve obligada a ofrecer nuevos servicios para seguir haciendo rentable el negocio. Hasta ahora el sector bancario español se ha caracterizado por una actividad minorista y de proximidad; ahora surgen nuevos retos. La oficina bancaria debe tecnificarse y su plantilla debe especializarse. Se adivinan, pues, profundos cambios con importantes consecuencias, principalmente en lo que se refiere a plantillas y establecimiento de comisiones.