José González Núñez, conocido por todos como Pepe , se jubila como conserje del IES Valle del Jerte el día 17 tras permanecer en el centro desde que comenzó a funcionar en 1978. Ante él han pasado miles de alumnos y cerca de una decena de directores, por eso se marcha con pena y, sobre todo, con muchos buenos recuerdos.

--¿Cómo fue el comienzo?

--Empezamos acogidos en el instituto Pérez Comendador. Yo entré en julio de 1978 y tuvimos que empezar de cero porque no había nada cuando llegamos. Después, en marzo de 1981 trasladamos los muebles al edificio del Valle del Jerte y fui a vivir allí con mi familia. Llegué con una hija de 5 años y hoy tiene 29 y he tenido otros tres hijos, tres nietos y otro en camino.

--¿Qué significa para usted el instituto?

--Ha sido mi casa porque en él he pasado más de un tercio de mi vida. Allí hemos sido felices, pude festejar la comunión de mi hija y también la de mi nieto Efrén, que era el niño del instituto y todos sus amigos eran chicos de 14 y 15 años. Mi nieto me decía "¡qué chalet más grande tenemos abuelo!"

--Le costará marcharse...

Me cuesta mucho trabajo dejar esa casa, me da mucha pena. Desde el principio ha estado conmigo una compañera de limpieza, Matilde, han pasado 7 u 8 directores y la lista de alumnos es interminable. Me gustaría dar las gracias a todo el personal con el que he trabajado porque hay cosas que no olvidaré jamás, me voy con muchos recuerdos y buenos. También quiero dar las gracias a los jóvenes porque ellos me han pegado la juventud.

--Sin embargo, ha sido un trabajo de muchos sacrificios...

--Sí porque allí te tienes que preocupar cuando salta la alarma, tienes que abrir y cerrar cuando llega alguien, estar pendiente de todo, pero también tiene muchas ventajas porque allí lo tienes todo y no te cuesta nada. Además, me he encargado de cuidar los jardines, pero no me ha importado porque me gusta. Para mí, aquella era mi casa no el instituto, por eso me gustaba tenerlo lo mejor posible.

--Pero además se ocupaba de una estación meteorológica...

--Sí, empecé en el 98 o 99 y también tiene mucha sujección porque tienes que tomar mediciones todos los días por la mañana en invierno y en verano. Con todo esto, en estos años no he salido del instituto más que cinco días para la boda de mi hijo, pero tampoco es que nadie me haya impedido tener vacaciones.

--¿Cuál ha sido el peor momento que ha vivido?

--El tornado. Fue impresionante. Estaba con mi familia en casa y desde mi ventana pude ver cómo el viento derribaba el muro, las chapas metálicas volaron dentro del instituto y parte de mis persianas fueron a parar a otros edificios. Fue desolador.

--¿Está satisfecho de esta etapa de su vida?

--Muy satisfecho porque todo el mundo ha confiado en mí y yo he procurado siempre llevarme lo mejor posible con todos. Además, me da mucha satisfacción cuando muchos exalumnos me llaman la atención por la calle. Hoy, hay alumnos que son hijos de antiguos alumnos. Les echaré de menos.