Desde el pasado día 23 de abril, Día Internacional del Libro, están llevándose a cabo en las distintas localidades y ciudades de nuestro territorio las Ferias del Libro. Actividades para todos los públicos que desde los ayuntamientos, bibliotecas o colegios e institutos tratan de transmitir la importancia de la lectura en nuestro desarrollo personal y educativo.

Editoriales y librerías salen a la calle para acercar obras que el resto del año ocupan estanterías y rincones a los que nos cuesta llegar, pues somos pocos realmente los que cruzamos sus puertas en busca de aventura. El cierre de un gran número de ellas lo prueba.

Al hablar con jóvenes y adultos sobre libros que han leído o caído en sus manos, termino sorprendida de que la cantidad y variedad de ellos se reduzca a lo meramente obligatorio, cuando me dicen que lo leyeron porque tal o cual maestro lo impuso como parte de su asignatura. O de moda, porque ha recibido tal premio o su autor es famoso, sin que, la mayoría, haya sabido hallar el verdadero sentido e importancia de lo que leer significa para el género humano en todas sus dimensiones.

Conozco bibliotecarias de pueblitos pequeños que se dejan la piel por compartir el saber que encierran las paredes de las bibliotecas que gestionan. Dispuestas a todo, como emplear sus propios recursos para conseguir alguna exposición interesante que ofrecer a los usuarios para su disfrute, con el único fin de fomentar la lectura, cosa, por otro lado que agradecer a universidades populares, colegios y otras instituciones como la Junta de Extremadura, que desde 2002 continúa con su Plan de Fomento de la Lectura, tratando de elevar el nivel cultural de los extremeños. Otros, amigos escritores, no saben qué hacer con tantos libros como almacenan, porque tirarlos es un sacrilegio contra los valores que nos gobiernan (alguna caja aún me está esperando).

Por todo, es nuestro deber como ciudadanos instruirnos para crecer y, además, ser capaces de transmitírselo a las generaciones que nos siguen. Una sana forma de conseguirlo es a través del bookcrossing, dejar libros en lugares públicos para que los recojan otros lectores que después harán lo mismo. Os invito a hacerlo. Liberemos libros para que cumplan su cometido, ser leídos y ejerzamos ese derecho fundamental sin condiciones.