Un paso más en la educación que ofrecen para preparar a su alumnado para la sociedad del siglo XXI. Es lo que ha dado el colegio Miralvalle al liderar en la ciudad un proyecto de transformación del centro en una Comunidad de Aprendizaje.

Solo otros dos centros de la región son comunidades de aprendizaje, espacios que introducen cambios en su forma de enseñar con dos objetivos "lograr que todos los niños y niñas alcancen el máximo aprendizaje y el máximo rendimiento y potenciar la convivencia de toda la comunidad educativa", en palabras de su directora, María José Oviedo.

Esta aclara que se trata de un proyecto "basado en pedagogos y avalado por la comunidad científica, mientras la secretaria, Puerto Blázquez, destaca que "viene de EEUU y los resultados de los centros que lo han puesto en marcha indican que sube mucho el índice de aprobados y baja el de abandono escolar".

Para conseguirlo, el claustro de 38 profesores se ha formado y votado a favor del proyecto y, tras informar a las familias, estas deberán apoyarlo para llegar a la siguiente fase, la de soñar qué centro quiere cada uno. "Se trata de poner sobre el papel qué centro queremos a corto, medio y largo plazo", explica Blázquez. Esto incluye tanto actividades como obras y formación y busca la interacción de toda la comunidad educativa.

Padres, profesores y alumnos de Infantil ya han hecho algo similar con la creación de un huerto, la instalación de un rocódromo o la ampliación del arenero, como destaca la coordinadora de Infantil, Maite Carpintero. Porque se trata, en definitiva, de buscar la implicación de todos en la educación de los niños y niñas.

Así, aunque se crearán comisiones mixtas y paritarias para priorizar y organizar cómo poner en marcha los sueños, el profesorado tiene previsto ya crear grupos interactivos con adultos y niños; organizar tertulias literarias y dar a las familias la formación que soliciten. Ilusión no les falta, como ratifica el jefe de estudios, Manolo Chico.