Si nos dan a elegir, creo que la mayoría optaríamos por lo natural, aunque todo depende…

Falta tan solo una semana para que entre el verano y, tras estos meses en los que hemos tenido que vivir bastantes primeras veces, no muy positivas mayoritariamente, la incertidumbre ha sido y sigue siendo la tónica general.

Este año, cuando el calor arrecie y lo normal sería irnos a bañar a cualquiera de las zonas de baño que conforman los 1.500 kilómetros de agua dulce regionales, como la Isla placentina al paso del Jerte por la villa, o las numerosas pozas o piscinas naturales de las famosas y de calidad gargantas que riegan y refrescan nuestras comarcas, esta incertidumbre pandémica no ofrece expectativas halagüeñas.

Así como las piscinas municipales, obligatoriamente cloradas, disponen de permisos e indicaciones, más o menos claros, para su uso y algunas ya están abiertas o poniéndose a punto para su próxima apertura al público, siempre bajo las medidas de seguridad y sanitarias establecidas por el gobierno y, en último término, por cada ayuntamiento y acordes a las características de cada instalación, las piscinas naturales siguen a la espera de ellas.

Auténticos vergeles, desde sierra de Gata hasta La Vera y sus cuarenta y seis gargantas de frías aguas, donde las autoridades mancomunales ya barajan la necesaria creación de puestos de empleo, a través de la contratación de personal para el control de acceso y aforo a las zonas de baño.

Complicaciones no solo por el coronavirus, también porque, desde el año 2015, Confederación Hidrográfica del Tajo exige la legalización de las piscinas naturales que cortan con presas el curso de las aguas para el baño, y obliga a los ayuntamientos a realizar inversiones en estudios sobre los cauces y riberas, como es el caso de Pinofranqueado.

Esperemos recobrar los días de estío en los que el agua es protagonista, y el resto del elenco son la siesta, las neveras con su tortilla de patatas y el gazpacho fresco, orgullo de nuestra idiosincrasia rural. Acompañando a las risas, saltos a bomba y aguadillas. Días llenos de recuerdos como el ritual de bautizar en el pilón del pueblo a los forasteros recién llegados que este año no se podrá realizar.

Ojalá esto nos haga valorar lo verdaderamente importante y disfrutarlo al máximo.