Roberto Rubiolo, director de la oficina del ARI, que firma el proyecto de rehabilitación de La Magdalena, supone que las quejas vecinales se deben al desconocimiento del proyecto en sí y de la historia del monumento. "Pero no vamos a despejar el recinto para hacer una plaza para el botellón , porque eso nunca fue un espacio abierto y no vamos a reinventar el urbanismo con una plaza que nunca existió".

El arquitecto, que precisa que la construcción de la discordia "no es un muro, sino la nave cuyo fin es mostrar con paneles el monumento y los restos hallados", explica que en su lugar "siempre hubo pseudotapias porque ahí había viviendas y garajes". Aunque advierte de que los ábsides de la iglesia se van a seguir viendo y se muestra confiado en que la obra acabe gustando a los vecinos cuando esté terminada.

Así invitó a los ciudadanos a participar en las jornadas de abierto por obras previstas para después de ferias mientras avisó de que la opción de hacer la nave al otro lado "ni siquiera es opción porque para el ARI la muralla es un bien de interés cultural, aunque no esté protegida en todos sus tramos, y no íbamos a adosar nosotros nada a ella porque eso sí que seguiría un pegote y no la nave que está ahora en construcción".