Hacía cuarenta años que Plasencia no conocía el entierro de un obispo. El de don Juan Pedro , que yace en la catedral. Pero los restos mortales de Cipriano Calderón Polo reposan desde ayer en la iglesia del Salvador, donde fue bautizado y celebró su primera misa. Así lo ha querido el placentino, miembro de la curia romana desde 1988 y también desde el 2006 Hijo Predilecto de la ciudad. La jerarquía eclesiástica y las autoridades civiles honraron ayer su muerte junto a sus familiares y paisanos en una misa de difuntos concelebrada en la catedral tras el funeral oficiado días atrás en Roma.

Fue en la capilla de Santa María donde la noche anterior quedó instalada la capilla ardiente con los restos mortales del obispo titular de Tagora en un ataúd de zinc soldado dentro de otro de madera y lacrado. La ceremonia se inició puntual con la entrada de la larga comitiva de sacerdotes. Cubriendo el féretro fueron poniendo los ornamentos sacerdotales y alrededor su mitra y el báculo de obispo.

En torno al altar el cardenal Cañizares, doce obispos y un centenar de curas. Ante el ataúd la alcaldesa y demás autoridades civiles y en primera fila las monjas que lo cuidaron hasta el último momento y quienes, junto a los familiares, se emocionaron durante el canto final del himno a la Virgen del Puerto, de cuya cofradía era miembro de honor. La comitiva, después, hasta el Salvador siguió al coche fúnebre a pie por la calle Trujillo con el obispo y la alcaldesa y cientos de personas. A los 81 años volvía así a la iglesia de sus orígenes, de la que fue párroco su tío Julián.