Toc, toc. ¿Quién es? Soy el proveedor municipal al que han pedido ustedes más luces... sí hombre, de esas intermitentes, de colores y en forma de corona de reinona que lucen tanto en feria. ´Aaaabre´ la muralla. Aquí ya puede usted dejar de entonar la canción de Ana Belén, pero sigue el diálogo de sordos y dice el vendedor al concejal: Enséñeme la patita a ver si es verdad que tiene usted para pagarme las lucecitas. Hace usted muy bien en pedirlo porque va a ser que no. Le agradece las molestias y ´cieeerra´ la muralla. Y colorín, colorado el ayuntamiento no volvió a regalar ni un mísero tissue por ferias a la plebe, que desde entonces nunca más se amontonó para escuchar el pregón.

Lástima este año porque el de Kirby Navarro, con sello de su padre, Rafael, logró reabrir la muralla de par en par. La placentina hizo lo que mejor sabe, un canto a la tolerancia y abrió las puertas de urbe tan histórica como Plasencia city con cultura, sin autobombo y los brazos abiertos --dijo en rima-- a "moriscos, judíos y cristianos...que todos somos hermanos". Derrumbó con elegancia la muralla que el ayuntamiento había vuelto a cerrar no molestándose en acompañarla en la presentación previa del pregón. Que sí a Plantagenet, por mucho que ole y ole por el arte que derrochó en el ferial. Va a ser que Blas Raimundo, el ínclito concejal, sabe que la señora fue reina por matrimonio con Alfonso VIII y Kirby es una plebeya, como yo.

Por suerte también los comerciantes de la calle Talavera abrieron la muralla con la chirigota que montaron para festejar el final de obra. Pues claro que saben mejor que nadie de sus retrasos, ¿pero acaso no hacemos en este país un chiste de cualquier cosa? Cuando el concejal Pablo Sánchez del Mazo plantó la última piedra, paleta en mano, demostró tener cintura política o estaba el tío henchido de satisfacción. Hagan apuestas, señores.