Lo estamos avisando y va a llegar el día en que ocurra una desgracia. Hoy ha podido ser ese día». Con estas palabras, alertaban trabajadoras del centro sociosanitario de Plasencia el pasado sábado sobre la situación que se vive en la unidad de larga estancia, donde un enfermo prendió fuego a un colchón y hubo que evacuar a 95. No es la primera vez que surgen quejas del personal de este centro, que advierte de problemas con enfermos agresivos, pero también de mantenimiento del edificio, interior y exterior, de eliminación de plazas y de falta de suministros.

Jesús Grande, representante del sindicato Sgtex y con 30 años de experiencia en el centro, explicaba ayer que uno de los problemas del sociosanitario es que «conviven enfermos mentales de origen judicial, que o bien vienen de la cárcel o de psiquiátricos penitenciarios, con el resto de enfermos. Los primeros se las saben todas y no es la primera vez que uno prende fuego a un colchón. Hace tres meses lo hizo otro y lo trasladaron a un psiquiátrico penitenciario. A ver qué hacen ahora. Además, saltan la valla para escapar y en los controles de droga suelen dar positivo».

Es algo que «se viene denunciando hace mucho», afirma, al igual que la existencia de unidades «donde los enfermos agreden al personal un día sí y otro también y no se toman medidas. Está a la orden del día».

En opinión de los trabajadores, se necesita más personal, pero al contrario, «se están amortizando plazas. Tenemos el mismo número de enfermos o más y van reduciendo el personal». Según sus datos, en larga estancia hay más de 200 ingresados para 70 auxiliares, que trabajan en turnos de tres personas, dos por la noche.

estado de abandono / Pero se sienten también «abandonados», por la falta de suministros como el calzado. «Hay personal que va con los zuecos rotos porque en el almacén no hay y se están acabando las pilas de los aparatos de la tensión y tampoco hay».

A esto suman también las deficiencias de mantenimiento, tanto interior como exterior y sobre todo en el pabellón de larga estancia, que es el más alejado del acceso principal. Porque «hay roturas y caen aguas residuales y hace poco, a una trabajadora que estaba en el baño, se le cayó encima parte de un falso techo y un gato, que fue lo que más le asustó». Además, «de tres ascensores que hay, solo funciona uno» y, en el exterior, advierten de que el pasto campa a sus anchas y hay peligro de incendios.

Todo mientras siguen esperando pasar de depender del Sepad, al Servicio Extremeño de Salud, un traspaso del que se viene hablando hace tiempo, pero del que no tienen noticias. De momento, solo han pasado los médicos y otros profesionales, pero no los de enfermería. Con todo, «estamos hartos, muy cansados».

Este periódico intentó ayer recabar la versión del Sepad ante las críticas, sin éxito.