Veo injusto que los pisos se adjudiquen por sorteo porque hay gente que los necesita más y gente que los necesita menos". Lo afirmaba ayer Pilar Carbonell, una de los 103 aspirantes a 16 viviendas sociales que la Junta desalojó por ocupaciones ilegales y ahora va a adjudicar.

Carbonell forma parte de un grupo de aspirantes a estos pisos que ha decidido exponer públicamente sus casos y también por escrito a la Junta y el ayuntamiento. Coinciden en que la Junta "debería dar las viviendas por necesidad o construir más o que alguien nos dé un puesto de trabajo para poder alquilar o comprar un piso", afirmaba Sandra Alonso, otra aspirante.

Otra de sus quejas es la desinformación porque en enero del 2009 rellenaron la solicitud para optar a los pisos y "nadie nos dice nada". En este sentido, el ayuntamiento informó ayer de que desde hoy y durante diez días, las listas definitivas de los admitidos en el proceso estarán expuestas en el zaguán del ayuntamiento y, pasado ese plazo, tendrá lugar el sorteo. Una vez conocido el nombre de los adjudicatarios, el ayuntamiento deberá remitir de nuevo la lista a la Junta para que esta envíe los contratos y las llaves de los pisos.

LOS CASOS En muchos casos, los aspirantes a estas viviendas son parejas jóvenes con hijos, que viven con sus padres y otros familiares y duermen incluso sobre colchones en el suelo.

Es el caso de Alonso, que duerme con su hijo y su pareja, operada de vértebras y con un 39% de minusvalía. "Hemos intentado alquilar o comprar, sin éxito puesto que no tenemos nóminas". Es un caso similar a los de Pilar Carbonell y Laura Manrique --publicados en el Periódico el miércoles--. A estos se suman los de una pareja que ha solicitado ya vivienda en cuatro ocasiones y vive en una casa con su hijo, más seis adultos y otro niño.

Otro pareja con dos hijos, de tres años y cuatro meses, vive en una vivienda con otras cuatro personas y un miembro de la pareja está en paro. También cuenta su caso una pareja con un hijo y otro en camino, acogida en la vivienda de los padres junto a otras cuatro personas.

Además, han denunciado su situación una emigrante retornada, viuda y sin trabajo que vive con su hermana minusválida; un padre soltero que vive también acogido con otras cinco personas y un joven con pareja que vive con sus padres, tres hermanos, un sobrino y un abuelo.