Algo tan sencillo como llegar desde la puerta del instituto a clase puede ser muy difícil para una persona sorda o en silla de ruedas. Ayer lo pudieron comprobar unos 40 alumnos del Parque de Monfragüe, que por un día se pusieron en la piel de un discapacitado ayudados por usuarios de la asociación de disminuidos psíquicos Placeat y el colegio de educación especial Ponce de León.

El propio recinto del instituto fue suficiente para que los estudiantes comprobaran las numerosas barreras con que se puede encontrar un discapacitado. Repartidos en grupos, los alumnos lo recorrieron con los ojos vendados, en silla de ruedas o con brazos y piernas inmovilizadas y pudieron ver el instituto con otros ojos.

Gabriel y Christian, comentaban después de ponerse en la piel de un ciego: "Es como si no conocieras el instituto, sabes por dónde vas, pero sin ayuda sería imposible moverse, nos habríamos caído más de una vez.". Sandra, desde una silla de ruedas, comprende ahora mejor a los discapacitados: "He pasado mucho miedo en las escaleras. Aquí hay muchas barreras, muchas piedras y rampas muy inclinadas".

Para el profesor José Manuel Fernández, que junto a Carmen Torres ha coordinado la actividad, éste era uno de sus objetivos: "Descubrir las barreras y también sensibilizar para que se acerquen a la realidad de estas personas que son como nosotros, aunque las tenemos como bichos raros".