Ya estamos todos. El coronavirus o COVID-19 ha llegado a nuestro territorio. El hospital Ciudad de Coria ha ingresado y dado de alta con cuarentena domiciliara a un paciente, tras la ejecución del protocolo establecido para los afectados por este virus. Se supone que debemos proteger la identidad del enfermo ante todo, sin embargo, se han hecho públicos demasiados datos personales del afectado, como: sexo, población dónde reside, edad, profesión y estado civil. Lo cual queda lejos de salvaguardar el anonimato al que, se presupone, tenemos derecho. En los pueblos pequeños nos conocemos todos, ¿quién no va a sumar dos más dos e identificarlo de inmediato? En mi opinión, se ha vulnerado su intimidad y habría que ver qué recoge la Ley de Protección de Datos sobre estos casos en concreto.

Además, se ha informado de que, tras su hospitalización y alta, se encuentra en régimen de aislamiento domiciliario preventivo, así como que antes de ser ingresado había mantenido escasos contactos en la localidad, lo cual indica que, presuntamente, ha expuesto a otras personas susceptibles de contagiarse, pero con las cuales no se ha llevado a cabo ningún tipo de actuación preventiva y que, dado el período de incubación y manifestación de los síntomas, podrían estar contagiando a más personas sin saberlo.

La fama de este bichito convertido en protagonista por excelencia de nuestros días, lejos de aportar tranquilidad y coherencia a la situación y su afrontamiento, ha conseguido alarmar más que informar. La atención mediática está siendo tan grande que relativizar es lo único que nos queda para recuperar el sosiego, además de tomar las medidas preventivas recomendadas.

Algunas de ellas ya se están llevando a cabo, cambiando costumbres propias de nuestra idiosincrasia y de ese carácter latino lleno de manifestaciones de afecto y contacto físico. Prueba de ello son los besapiés y besamanos de la Cuaresma previos a la Semana Santa, que están siendo sustituidos por una inclinación de cabeza, para tratar de evitar la propagación del virus.

A pesar de todo, su transmisión es más fácil de lo deseable y cumplir con las recomendaciones sanitarias es la única herramienta a nuestro alcance para prevenir el contagio, a pesar de que no dependa solo de nosotros. Ahora más que nunca, la prevención está en nuestras manos.